miércoles, 20 de agosto de 2008

Virtuoso mutilado




Nací en el seno de una familia de artistas, mi padre fue chelista y ahora es el director de la orquesta filarmonica de mi ciudad, mamá es violinista y conoció a papá la orquesta de la cual él fue director. Esto significa que yo nací y me moví entre claves de sol, fusas, negras y blancas, me moví por un mundo lleno de virtuosismo, de perfección, de originalidad.

Al cumplir mi primer año mis padres decidieron que yo debía cumplir el sueño que ellos querían realizar personalmente, esto es algo de lo que me enteré después de muchos años, ambos siempre quisieron interpretar el piano, pero no lo pudieron hacer porque no tenían los medios económicos para comprar uno asi que les tocó comprar instrumentos de un corte un poco mas barato. Me regalaron mi primer piano que estaba fusionado a una batería que no duró mucho. Crecía entre ese gran movimiento de corcheas, entre Beethoven y Handel. A los cuatro años mis padres me regalaron un piano un poco mas grande y empecé a ver algo de música por medio de mis padres, ellos me enseñaron lo basico porque hasta ese momento yo apenas tenía educado mi oído y no sabía leer ni escribir y mucho menos interpretar la musica.

Empecé a conocer las notas a meterme cada vez mas en ese instrumento que fue un regalo y fue casi como mi hermano, consiguieron a un profesor joven, que era un interprete que papá había conocido en una de las giras de la orquesta. Poco a poco el piano me encantaba mas, papá me había regalado un libro de Bach, quien luego se convertiría en el interprete que mas me influenciaría y para mi el mas grande de todos, sin demeritar a los otros.

Para los catorce años yo ya era conocido en el circulo musical, ya había tenido la oportunidad de interpretar muchas veces canciones de otras personas, tanto clásicos como contemporaneos y ademas me había dado por empezar a escribir mis propias obras, las cuales estaban generando un gran gusto entre los compositores y musicos de la ciudad.

Seguía estudiando por mi propia cuenta, me metía cada vez mas, tocaba día y noche, a veces ni siquiera dormía, ni cuenta me daba de que los días cambiaban, para ese tiempo ya tenía algo asi como 18 años y estaba estudiando para presentar mi prueba de admisión para el conservatorio de Moscú.

Hasta que llegó ese tan trágico día, el día de mi desaparición. Era un 9 de octubre, ya había pasado el medio día y me encontraba practicando un Nocturno de Chopin, estaba frente a mi piano, las partituras dispuestas, hasta que entré en el clímax de la canción, de repente algo me cubrió la boca, un brazo se aferró a mi cuello y poco a poco me fue adormilando.

Cuando desperté estaba amarrado a un poste, mis pies estaban unidos por un lazo, estaba sin camisa como acostumbraba estar en casa, asi me habían agarrado y el frio estaba comiendo mi cuerpo. Estaba secuestrado, no encontraba una razon valedera para que esto ocurriera, ya que mi familia no es muy adinerada, tampoco somos unas figuras tan publicas como para decir que corremos el riesgo de ser secuestrables, solo ocurrió.

Mis secuestradores eran jóvenes, yo creo que no superaban los 25 años, no hablé con ellos, pero escuché como planeaban hacerse ricos de cuenta de mis padres, como planeaban llamarlos y todo lo que tuviera que ver con el chantaje. Escuché como torturaban sicológicamente a mi madre y tuve que aguantarme y llenarme de esperanza con que no realizarían eso que decían iban a hacer. Pero realmente lo que yo pensé que solo eran palabras, se fue convirtiendo en algo que cambiaría totalmente mi vida, en algo que tumbaría mis sueños a la basura.

Habrían pasado algo asi como diez dias desde que me habían raptado, entraron a darme la dosis de comida de siempre, un pan y un vaso de agua, a veces lo remojaban para que yo no tuviera que hacer el esfuerzo, estuve tres dias sin probar bocado porque no quería recibirles nada, pensando que me querían matar, que me iban a envenenar, pero el hambre me hizo sucumbir, pensaba que eran mis ultimos días; ese dia comí y luego de comer, escuché como discutían con el telefono, deduje que era el telefono porque no había quien respondiera a los gritos que ellos pegaron. La rabia subió a su cabeza y escuche esa fatal decisión “usted cree que es jugando, entonces le mandamos los dedos de su pianista en un sobre”. Yo me llené de miedo, me desamarraron, me sentaron en una silla, me pusieron ante una mesa, y en medio de pinzas, alicates y clavos, estaban unas tenazas, pensaron un rato, cuando de repente el mas joven y al cual había visto mas que al otro, cogió las tenazas con una mano y con la otra me agarró de la muñeca, mi mano derecha se tensionó, luché hasta donde pude. El dolor impresionante, el corte fue a la altura del nudillo, el dolor indescriptible, soporté, grité, lloré, miré a ese imbecil cubierto por una capucha, muestra de que es un cobarde, cuando cortaron el segundo dedo, entré en shock y me desmayé.

A mamá le llegaron los dedos en un sobre tal y como se lo habían prometido, ella que ya estaba recogiendo la plata que exigían movió cielo y tierra para que fuera lo mas pronto posible mi regreso; al otro día cuando llamaron los secuestradores, mis padres hablaron con ellos y concertaron la hora de encuentro y el lugar donde se realizaría la entrega del dinero.

Mamá me cuenta que cuando entregó el dinero pensó que yo iba a volver muerto, pero a los dos días de haber entregado la plata aparecí, solo, sucio, con una mano mutilada, no tenía mis dedos de la mano derecha, la cual era cubierta por una venda. Entré a casa y la encontré, con lágrimas en los ojos me abrazó y sin creer aun lo que había pasado, besó mi mano mutilada; yo solo opté por cambiarme de ropa, por bañarme. Ya no podía llorar más.

Dos días después de haber vuelto a casa, desvestí mi piano nuevamente y en un ataque de histeria tiré todo lo que había sobre él, las partituras quedaron regadas por el suelo, mi desconcierto era total. Unos días después de haber hecho esto, intenté sentarme frente a él e interpretarlo, y no fui capaz, adios conservatorio, adios amor por la musica, adios a todo lo que había soñado, me di cuenta que ya no podía ser lo que quería, reconocido por ser un gran interprete, ahora solamente era un invalido.