viernes, 29 de mayo de 2009

Las Seis Palabras "Amor Prohibido"

Rayuela me dejó tarea: Seis palabras para armar un texto: vida, amor, literatura, sexo, cine, viaje.

 

-¿Será amor esto que siento?- pensó ella mientras trataba de conciliar el sueño. 

-Me lleva doce años de ventaja, es prácticamente una vida.- pensó él mientras estaba con unos amigos en su casa del árbol.

Ella era su maestra de literatura y le gustaba su clase, amaba sus lentes de pasta negra, su cabello negro y su sonrisa, su sonrisa era algo que lo enviaba de viaje a todos esos paisajes que describían muchos de los libros que ella les ponía a leer como tarea, tenía 28 años y llevaba ejerciendo su profesión hacía dos años. Él era un alumno de último año de secundaria, cabello oscuro, lacio, un poco largo, dos ojos grandes y verdes que adornaban con una sonrisa el paisaje que a ella rodeaba, tenía 16 y era el mejor alumno que tenía, tal vez al que más futuro le veía, a veces hasta pensaba que sus escritos eran pequeñas declaraciones de amor, luego lo comprobó. 

Era la tarde de un martes, a la última hora le tocaba verse con él. Él llegó más temprano que el resto del grupo, se acercó a ella, le entregó un chocolate, la miró fijamente a los ojos y ella sintió mariposas, era penetrante su mirada, la llevaba a imaginarse las cosas más prohibidas y sexuales que podrían pasar por la mente de alguien que se ha enamorado con el tiempo. Ella le entregó su mano, tomó la de él y le pidió que la besara, él accedió, al fondo se escucharon los pasos del resto del grupo que se acercaba con lentitud por ese tedio que a muchos les genera la literatura.

Llevaban ya varias semanas desde ese martes, hacían lo mismo, él llegaba más temprano que el resto del grupo antes de sus clases, se besaban y a veces organizaban citas en la biblioteca o en algún café para sumergirse en profundas conversaciones literarias, amorosas y alegres. 

Él le había contado que ella era la primera mujer de su vida, ella le fue sincera y le dijo que por la suya habían pasado muchos hombres, pero que ninguno la había llenado tanto, ni le había generado tanta curiosidad.

Luego de tres meses en la misma tónica, ella lo invitó al cine, tenía preparado algo para él, tal vez sería la primera vez de él, era la primera vez que ella organizaba algo para pasar un día con un hombre y luego sumergirse con él bajo las sábanas.

Llegaron al cinema, pidieron que les dieran asientos en la última fila, tratando de así pasar desapercibidos, pero realmente estarían a la vista de muchos en ese lugar. No les importó. Fueron a ver una película de esas que hacen reír y llorar, en un momento, ella lo besó, tan profundo que él sintió mariposas en el estomago, ella metió su mano en su espalda y empezó a hacerle cosquillitas con sus uñas, sabía que eso lo excitaba, él metió su mano entre los pantalones de ella, pasó la tanga y llegó a su sexo, se fundió y se ahogó en los mares que éste desprendía. No terminaron la película, fueron a su casa, donde los esperaba una gran cena, una cama adornada, olores sabrosos. 

Pasaron la noche juntos, se fundieron en grandes abrazos y grandes sueños. Al amanecer, ella le dijo que se marchara, que no lo quería volver a ver, él pensó que fue por su inexperiencia, ella le dijo que no se preocupara, todo estaba bien. Ya había hecho los papeles para su traslado, no se lo había dicho, nunca se lo dijo, hizo su maleta y se marchó hacia otro pueblo a buscar otro joven ingenuo al cual enamorar, en busca de ese vértigo que le producía tener sexo con sus alumnos.

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Después de publicado, debo dejarle las palabras a seis amigos, para que ellos hagan lo propio.


Yo se las dejaré a: Amarilla (Cartas Urgentes), Eliza (Perfectamente Perturbada), Lu (Todo en esta vida son letras), Lauri (Un Montón De Caras Y Ni Una Mirada), Caco (Entre Farragos), Cromosome (Cinemas Sin Vidas) y a Leon que aunque no lo conozco sé que quiere hacer este ejercicio (Un Día Azul)

sábado, 23 de mayo de 2009

Cromagnón

*Dedicado a Callejeros.

 

Y desde el cielo me observaba y tan solo sentía como él sonreía mientras yo hacía mi vida. Sentía como retumbaba en mis oídos la melodía de esa canción de Árbol que reza “…Y dale para adelante con el pibe de a la vuelta que a la tarde te pasó a visitar…” 

Yo no puedo hacerlo, no me siento capaz, este chico me gusta, pero maldita sea, cuanto tiempo, cuanto tiempo ha pasado y vos seguís ahí presente, aun tengo en mi piel las marcas de aquel día.

30 de diciembre, todo estaba perfecto, vos estrenabas tatuaje para ese día, lo habías hecho para ti, pero pensando en mí, estabas en la tarima como siempre, sentado frente a ese aparato inmenso que siempre sacaba lo mejor de vos, ese lleno de tambores y platillos, ese que a mi me gustaba que interpretaras luego de nuestras grandes tardes de amor, cuando sudabas tanto como cuando te mezclabas con mi cuerpo y lo abrazabas y lo recorrías totalmente con tus dedos, labios y cuerpo.

Ese día, todo perfecto, era un gran concierto que esperabas dar. Tengo nervios, me dijiste, yo te tranquilicé, te besé y te deseé lo mejor, sonreíste. Todo iba perfecto. Unas banderas en alto, unas bengalas salieron de la nada, algo pasa, te miré, te busqué en la multitud, no estabas, el lugar empezó a incendiarse, tal vez me buscabas y no me encontrabas.

Uno, dos, tres, salían de a poco por una puerta que alguien logró abrir, las salidas de emergencia estaban cerradas con cadenas, te vi sobresalir entre la gente, llevabas a unos chicos en hombros, saliste del sitio, yo estaba ahogándome en el humo, te vi cargar en hombros a más chicos, tu cuerpo tatuado sangraba, se veía tiznado por el contacto con barrotes y paredes calientes, tu objetivo, sacar y salvar a cuantos más pudieras.

Mis ojos empezaron a cerrarse, me ahogaba, no respiraba, alguien cargó mi cuerpo, yo ya tenía lacerada mi piel, me alegré, iba a salir, me llevaban en hombros. “Mujeres y niños primero utopía de cuentos en altamar, la fuerza se impone por sobre la debilidad”… eso pasaba, las mujeres éramos las que quedábamos, al menos a mi alrededor habían otras 12 chicas y tres chicos, todos tratando de salir. Nos ahogábamos, me descargaron en el suelo, mi cuerpo estaba un poco borracho, sentía que la cabeza me pesaba, vos sacabas gente, sacaste a todos los chicos que estaban conmigo. Me besaste, me diste aire, lleno de humo de tus pulmones, pero me diste aire, un beso, recitaste las palabras que hoy, no se me olvidan, “siempre te dije que era tu héroe, hoy te salvé la vida, disfrútala al máximo, es una oportunidad que se te presenta, te amo”, tus ojos se cerraron y nunca más volvieron a abrirse. Grité, lloré, los chicos se acercaron, te sacaron en hombros, como lo que eras, un héroe. Le ayudaste siendo uno más de las estadísticas, pero ayudaste a que no fueran más escandalosas de lo que fueron.

Hoy los chicos lamentan ese día y desean haberse ido con vos, pero siguen acá, cantando las canciones que más te gustan, siguen haciéndonos felices, yo te recuerdo, llevo el tatuaje que te hiciste para ese recital y no soy capaz de volver a hacer mi vida sin vos, sos mi héroe y por eso no soy capaz de darle para adelante con ese chico, tal vez “…Cuando termine me mando para allá…”

 

Canciones citadas:

*El Fantasma-Árbol

*Los Tiburones-Attaque 77

*Día a Día-Callejeros.

martes, 19 de mayo de 2009

Incondicional

*Foto de mi archivo personal

Me senté en el parque, en la misma banca de siempre, llevaba tiempo sin hacerlo, un poco de nostalgia me llenó, sentía como alguien me observaba, yo escribía y recitaba, hablaba solo, dirían otros.

Ella, la mujer que me observaba, se acercó, se sentó a mi lado. Era hermosa, cabello corto, pañoleta verde que lo ataba y lo rodeaba, una camiseta del mismo color de la pañoleta y un jean.

-Hola- Dijo.

-Hola, ¿Cómo estás?- pregunté.

-Muy bien.

-Mucho gusto, JuanSe- dije.

-Mucho gusto, Uvita, ¿a qué te dedicas que te veo hablando solo?- Preguntó.

-Soy escritor, soy poeta, soy tan rutinario como el amor y tan eterno como una canción grabada en un Cd.

Ella sonrió.

-O sea que sos poeta.

-Si, ya te lo dije.

-¿Y podés hacerme unos versos?

-¿Ya?- pregunté.

-Si- respondió ella.

-Está bien, dame un segundo. Eres tan bella como un rojo atardecer en las playas del atlantico, tan dulce como un beso en el mar mas profundo, tan perfecta como una escultura expuesta en un museo, tan inalcanzable como las estrellas en el cielo.

Alejo se sentó a mi lado, traía dos coca colas, una para él y la otra para mi, me vio hablando con ella y sus ojos se llenaron de tristeza.

-JuanSe, es hora de volver.- me dijo.

-¿Volver? ¿A dónde?- pregunté.

-Al hospital mental.

-¿Dónde es eso?

-Donde vives.

-Y ella ¿puede acompañarnos?

-No.

-¿Por qué?

-JuanSe, ella no existe, es una alucinación.

-¡O sea que según vos yo estoy loco!

La voz se le quebró.

-Parce,-dijo- sinceramente me duele verte asi, pero lo cierto es que has perdido la razón y vos te sentaste en esa banca mientras yo compraba las coca colas, cuando volví estabas hablando solo, hoy salimos a caminar al parque para que tomaras aire nada más.

-Pero si ella se acercó es porque le gusto, le parezco interesante.- le dije.

-JuanSe, ella no existe. 

Me enojé y con rabia me marché, lo dejé ahí solo en el parque, Uvita me alcanzó, me tomó la mano y se quedó a vivir conmigo.

viernes, 15 de mayo de 2009

Manos Frías

“Hoy quisiera sentir la lluvia cayendo sobre mi piel, demostrarle a todo el mundo lo que soy capaz de hacer, Quiero hacer llover” gritó. El día estaba soleado, 30º marcaba el medidor de temperatura que hay en el puente que siempre pasa a las 10 de la mañana los jueves. De repente, justo después de que pronunciara éstas palabras, el cielo se nubló y empezaron a caer a goticas de esas que pellizcan, esas que mojan pero a la vez no lo hacen, lluvia menudita, bajó del bus, quiso caminar, sentir la lluvia cayendo sobre su piel. Lloró. 

Desde el día que perdió la razón, nada había deseado, recordaba con odio y dolor ese momento, era un día parecido a ese que estaba viviendo, sol quemando su cuello, gotas de sudor que salían debajo de sus brazos y mojaban su camisa y un amor que lo abordaba y lo hacía vibrar. La llamó, el lugar, el de siempre; Su apartamento en las montañas de la ciudad, allá donde nada los molesta, donde se sientan a ver la ciudad moverse, los carros danzar y el humo hacer estragos con el cielo y convertirse en nubes que luego descargaran su ira contra el hombre, como lo han hecho los últimos días que hasta han inundado las calles y han derrumbado casas.

La amaba, si, la amaba, su cuerpo le encantaba; habían llegado al apartamento, ella se quitó la ropa, se quedó con la tanga y el sostén, él tambien se puso cómodo, se quedó en ropa interior. Fue a la cocina por un par de bebidas frías, ella estaba en el balcón, miraba hacia abajo, sus curvas se marcaban perfectamente, puso una en su espalda, ella se estremeció y su piel se erizó, le encantaba hacerle eso cuando tenía algo frío en las manos. Conversaron, hicieron el amor incansablemente, el calor de sus cuerpos subió demasiado, sudaban y se perdían el uno en el otro.

Ella se quedó desnuda, volvió al balcón, el sol seguía brillando en el horizonte, él fue a la cocina nuevamente, la miró de espaldas, una lágrima corrió por su mejilla, puso una mano fría en su abdomen, fue subiendola, le acarició y le besó el cuello.

-Te amo- dijo.

-Yo tambien- respondió ella

-Sabes, estuve pensando y me di cuenta que no sabría qué hacer si me llegaras a faltar.

-No pienses en eso- dijo ella.

-No lo puedo evitar y mucho menos puedo dejar de pensar qué pasaría si me dejaras y te viera con otro, prometeme que siempre pensarás en mi.

-Te lo prometo, hasta el día que me muera.

Sus manos estaban frías, la izquierda en el abdomen de ella, la derecha le cortó el cuello de un solo tajo. Ya no pensará en nadie más, pensó.

domingo, 10 de mayo de 2009

Madrid, Vino y Un Piano

Cuando llegué a Madrid y vi la Puerta de Alcalá abrirse ante mi, quise perderme en esa ciudad, la sentí tan mía como mi natal Primavera.

Papá siempre había querido que estudiara en algún conservatorio de piano europeo, yo lo único que le pedí fue que no fuera en la zona norte, no quería eternidades de oscuridad.

En el aeropuerto me esperaba una especie de nerd, primera decepción; el joven se sorprendió al verme, mi cresta, mis camisetas y pantalones de colores lo asombraron tanto que cuando me acerqué y lo saludé me preguntó por JuanSe, que si yo era algún acompañante.

Llegamos al conservatorio, era una casa vieja, olía a la casa de la abuela, primer estornudo.

Tomé mis maletas, seguí al nerd hasta mi habitación, aquí los estornudos iban en doce.

La habitación constaba de una cama, un escritorio, un piano y un closet. Yo te extrañaba.

Extrañaba tu sonrisa, tus ojos pequeños y oscuros, tu cabello corto.

La había dejado luego de dos años de relación, yo le dije que quería crecer a su lado y que iba a mandar por ella. Treinta estornudos.

Las reglas del conservatorio apestaban, salida al baño en las mañanas y en las noches, comida llevada al cuarto y salida del cuarto cada sábado en la mañana.

No soporté más de dos días allá, yo quería ser como Fito o Charly y al ver al ñoño que me recogió, noté que podría convertirme en uno como él, u otro de los chicos que habitaban la casa, que eran igual a ese.

Me instalé en un hostal, conseguí trabajo como pianista de un bar, me iba a convertir en un bohemio, al menos hasta que Uvita llegara. Seiscientos estornudos.  

Me volví un afiebrado seguidor del Vinotinto, dejé el hostal, dormía en cualquier parte, muchas veces en el bar, tenía gente que gustaba de mi música y daban propinas que me ayudaban a vivir. Yo te escribía, te musicalizaba y te cantaba. Eran gritos de extrañarte. Te llamaba todos los días, tú estabas ahí. Mil quinientos estornudos.

Era jueves, llovía, te extrañaba, te escribía, te llamé, estabas rara.

Me dijiste que estabas saliendo con alguien, que yo llevaba dos meses lejos y que te sentías sola. Rompiste la relación, con ella se fue mi corazón. El vino se convirtió esa tarde en mi fiel aliado. Mi alucinación empezó a abordarme, me sentía perseguido, entré en un edificio y subí hasta la azotea, me paré en el borde, cuando iba a saltar, alguien me abrazó, era ella, dijo que la soledad la hizo comprar unos tiquetes y que solo había jugado un poco con la llamada al celular, que se vino, había vendido todo, dejado todo, me besó y no volví a estornudar.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Tarde Increible

*Nota: los nombres y personajes en esta historia fueron modificados para que los protagonistas se sintieran aludidos.

 

El celular suena una y otra vez, cuelgo, siempre rechazo la llamada, yo simplemente jugaba a hacerle llamadas perdidas, ella me respondía y yo no quería contestar para no acabar su saldo. Llamé a consultar el mío y ella llamó, oprimí el botón de colgar y acepté su llamada, ella me puteó.

-¡Como me contestas!- dijo.

-¿Cuál es tu vainita?, ¿Dónde andas?- le pregunté.

-En la universidad, ya voy para mi casa, ¿Vas a caer?

-Listo, estoy a las cuatro allá, te llamo cuando esté en tu urbanización.

Ella viajó en bus desde el occidente de la ciudad hacia el sur, yo iba del sur al centro y luego iba a su casa al sur.

Caminé, pensé qué le diría, qué haríamos, hasta pensé en no ir.

Llegué y la llamé.

-Estoy afuera- le dije

-No te creo- respondió.

-En serio.

-¿Cómo se llama mi urbanización?

-Camino Brujo

-Es cierto que estás acá.

-Si, la entrada es color azabache.

-Es verdad, espérame.

Llegó, me miró, sonrió, yo la seguí de arriba abajo, cabello corto, camiseta y jean, ¡ah! Y un par de tennis gigantes que la hacían ver perfecta.

No supe pronunciar palabra alguna, el cuerpo vibró, el estómago se vació y sonrisas llenaron la tarde.

La comida amenizó la jornada, libros, música y chistes hicieron parte de la conversación. Mi desprecio por El señor de los anillos y Harry Potter la hicieron dar un paso atrás, pero ahí seguimos, yo la sentía distante pero interesante, mía pero sin dueño, la veía libre y acariciaba su cabello, la despeinaba y ella sonreía, la abrazaba y ella se aferraba a mi pecho adornado con una calavera, ella me tomaba la mano y se me metía un bicho en el cuerpo que me recorría totalmente.

-Acompañame a sacar el perro- dijo.

-Ok.

Salimos de la urbanización, caminamos bajo los árboles, el perro caminaba a nuestro lado, ella se abalanzaba sobre mi y yo sobre ella.

Llegamos a un punto, una calle sin salida, miramos el paisaje, yo me senté, ella se acostó en mis piernas, soltó el perro para que caminara tranquilo.

Yo seguí con mis dedos todos los contornos de su cuerpo, su cintura, sus caderas, su cabeza, su cara, sus brazos, me detenía en su nariz, miraba el cielo y de repente la encontraba mirándome fijamente.

-Uvita, tu eres muy linda- le dije.

-Ya lo sabía- respondió.

-Pero que ego tenés- ella sonrió- igual nada que hacer, sabes, me gustas.

-JuanSe, a mi me gustan tus ojos, siempre me detuve en tus ojos cuando te veía.

Le mordí la nariz

-¿Te gusta mi nariz?- preguntó.

-Si, ¿me la regalas?

-No.

-Bueno, te la cambio.

-Ni por tus ojos- dijo.

-Y ¿si te doy mis ojos, tres mil besos, seis bocattos y sesenta y cinco gomitas?

Volvió a sonreír.

Me abalancé a su cara, ella también se acercó. Ella fue a besarme, yo la detuve.

-¿Qué pasa?- preguntó.

-El perro, ¡Qué Putas se hizo el perro!

sábado, 2 de mayo de 2009

Asco

Llevábamos siete años de casados, tal vez ya era mucho tiempo y me había acostumbrado a él, pero yo realmente estaba cansada, su actitud, su cuerpo se había deteriorado totalmente, ya no era el mismo de antes. Me daba asco. 

Lo que más amaba era que le hiciera sexo oral, eso lo hacía llegar al cielo, pero a mi ya me disgustaba, me daba asco, su cuerpo, su sexo. Al principio me producía placer, pero luego fue hastiándome y aburriéndome. Siempre era lo mismo empezaba a tocarme, bajaba hasta mi pantalón, metía la mano e introducía sus dedos, luego de estar él bien excitado me pedía que lo hiciera, luego se ponía sobre mi y me penetraba, hasta que acababa. Nunca había tenido un orgasmo de cuenta suya, me producía placer, pero no el suficiente cómo para decir que llegué al éxtasis total. Mis amigas hablaban de los orgasmos como lo más maravilloso que les había pasado, tal vez por eso me conseguí a Jaime, llevábamos dos meses saliendo y era delicado, hablaba de todo, pero yo no lo quería para hablar, para eso tenía al otro asqueroso cerdo en mi casa, para eso lo tenía cuando llegaba a la casa luego de trabajar, él esperaba que yo le sirviera la comida y apenas terminaba quería acostarse conmigo, hacerme el amor y terminar roncando en su lado de la cama. Eso me daba mucho más asco aún. Yo no soy muy conversadora luego del sexo, pero si me gusta que me acaricien un poco. De todas formas, yo no rendía al maximo porque igual, en la tarde ya había podido desahogarme con Jaime, había logrado conseguir ese Orgasmo que siempre quise, fue el primero. 

Luego de un tiempo con Jaime decidí dejarlo, pero no quería dejarlo asi como así. Lo planifiqué todo. Compré un apartamento en Nueva York, allá no nos encontrarían. 

Lo esperé, llegó a las ocho de la noche, olía a licor, a perfume barato, supuse que había estado con alguna puta barata, de esas que le recordaban su condición de cerdo. Le serví la comida. Estaba comiendo, mirando hacia el televisor, luego de terminar, se abalanzó sobre mi, yo esperé, esperé, él empezó con su mismo ritual para excitarme. Cuando ya él también estaba excitado, me pidió que le hiciera sexo oral, empecé, cerré los ojos, no quería sentirlo más, fingí disfrutarlo, tomé un cuchillo que había puesto bajo la cama y le corté el miembro, en su dolor, gritó, me golpeó la cara, estaba débil, con fuerza lo empujé, lo acosté en la cama y me puse sobre él, descargué mi ira, el haber perdido mi juventud a su lado, una, dos, tres puñaladas, en distintas partes del cuerpo, chillaba como un cerdo, miraba con sus ojos llenos de dolor, de rabia, yo sabía que hacía tiempos me traicionaba y ahora me estaba desquitando, traicionandolo yo tambien, yendome con otro, pero eso si, no me fui con las manos vacías, me llevé conmigo su vida, mi juventud y mi venganza.

Cuando terminé, miré su cuerpo acostado, las sabanas blancas tenían un bello adorno escarlata, casi vinotinto que las hacía lucir muy bien. Sonreí, con mis uñas tomé un poco de sangre y empecé a escribir en la pared de la habitación. 

“No me busquen que realmente acabo de escapar de la vida que este cerdo me estaba otorgando, no me busquen porque ahora si me voy a dedicar a ser feliz, no me busquen porque pese a mi venganza, comparado con mis sueños lo que le hice fue nada.”