sábado, 27 de diciembre de 2008

El día que te vea...

El dia que te vea, te besaré, te abrazaré, cogeré tus manos, no te soltaré.

El día que te vea, te contaré que te dibujé, que en el cielo te encontré.

El día que te vea, te diré que un día como hoy, la luna me sirvió de tinta y el cielo de papel para hacer el mas bello retrato tuyo.

El día que te vea, reirás hasta el cansancio, suspirarás con mis abrazos y entre sueños y unos versos, juro darte el corazón.

El día que te vea, no te daré el corazón, pues ya no es mi propiedad, mi corazon te lo he entregado y yo no se donde está.

El dia que te vea, te diré cuanto te pienso, si realmente es necesario, te diré lo que yo siento.

El día que te vea, tal vez muy lejano está, no se si puedo encontrarte y donde pienso no estás.

El día que te vea, quiero que haya conexión, para asi sin pena al oído susurrarte tu canción.

El día que te vea, quiero que sea mañana, para que entre mis dedos, juegue con tu cabellera.

El día que te vea, sonreiré sin parar, porque al fin pude encontrarte, luego de tanto buscar.

El día que te vea, con tus ojos me perderé, viajaré a tu interior y tu corazón veré.

El día que te vea, con tus manos jugaré, te haré feliz por un rato o para siempre tal vez.

El día que te vea, te observaré hasta el final, porque quien sabe hasta cuando, nos podamos reencontrar.

El día que te vea, en mi cuerpo tatuaré, una estrella que te diga, que ahí siempre estaré.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Iba a Paris a olvidarte

El avión estaba retrasado unas cuantas horas, llevaba tres ya sentado en la sala de espera y anhelando el momento en que estaría en el aire, sería mi primera vez fuera del país, sería mi primera vez montado en un aparato de esos, sería la primera vez en primera clase, sería mi primera vez en un intercontinental, sería la primera vez que disfrutaría estos sustos y alegrías en un solo viaje; extraño que sea así, pero lo pude hacer.

Un sueño que mi madre no pudo realizar, yo ahora lo hago por ella, viajo dispuesto a poner a prueba el reto del beso francés, saber si realmente es tan sabroso como lo cuentan las películas. Traigo conmigo una maleta llena de cosas, en mi equipaje de mano vienen conmigo fotos con Uvita, que aspiro tirarlas al Sena, traigo en él también algunas cosas que podrían calmarme en algún trayecto del camino, un ataque de asma, de pánico, nunca se sabe que podría pasar.

Las fotos de Uvita voy a dejarlas allá tan lejos, porque ella al partir para Sarajevo, me dejó en mi ciudad natal, solo, con promesas que tal vez no llegaron, porque juró enviar por mi para que viviéramos juntos e hiciéramos juntos ese futuro que siempre planeamos. Ya van dos años desde el día en que se fue y a veces me envía mails, ese amor que sentía por mi se debió esfumar con las nubes, mientras yo sigo aquí amándola y esperándola. Pero las cosas ya no son tan felices, hoy me dirijo a París, voy dispuesto a olvidarla del todo, a serle infiel hasta el cansancio, cosa que no he hecho en dos años, mientras me mataba la cabeza de amor, de estar pensando en ella. Ahora no confío en ella y lo único que anhelo, es comprobar el mito del beso francés y así mismo, conseguir una persona que pueda borrarla, una que pueda ofrecerme todo lo que busco.

Luego de un viaje de casi 18 horas, me bajo del avión en el aeropuerto de París, la alegría es total, aspiro mandarle todas las fotos que me tome a mamá quien siempre me dijo: “tómese fotos desde que se baje del avión hasta que se vuelva a subir, si es que quiere devolverse”. 

Esperé a hacer los papeles en inmigración, revisaron mis maletas, todo en regla. Ahora voy en búsqueda del hotel, descansar unas cuantas horas y finalmente dedicarme a lo que vine, al turismo, a conocer bastante, para tener qué mostrarle a mamá. 

Al llegar al hotel, estaba deslumbrado, es demasiado espectacular, todo límpido, brillante, el idioma me ha dado duro, pero me he defendido a punta de inglés. En la recepción, había un par de chicas, una me miraba, vamos a ver si las veo en el restaurante, me acerco y les hablo. 

Estuve en mi habitación durmiendo durante unas horas. Me desperté y el cuerpo se sintió relajado. Bajé al restaurante a ver si estaban las chicas de la recepción, pero no las encontré. Entonces comí normal, un crepe que me calmó el hambre. Salí a caminar. Anhelando encontrar alguien que pudiera seducirme, alguien a quien poderle entregar todo eso que traía conmigo. Pero no lo logré, algo en mi mente me dice que no debo olvidar a Uvita, ni odiarla, ni dejar nada de lo que hice con ella, ni arrepentirme, algo me dice que no debo hacerlo. Pero por el contrario algo también me dice que lo haga. Pero al menos por hoy, triunfó el amor, como los últimos dos años, cuando mis amigos me dicen que ella es feliz en Sarajevo y yo guardándole fidelidad en Medellín. Pero a mi el amor me puede, las promesas, los votos, todo eso que hicimos juntos, me pueden mas que cualquier cosa. 

Vuelvo al hotel, un poco tarde, con una botella de vino bajo el brazo. Me siento frente a la ventana y miro a través de ella, la luna llena que empieza aparecer y como hacía en mi casa, trato de dibujar algo en ella, trato de buscar esa inspiración que me ha llevado a anhelar a Uvita durante tanto tiempo. Tiempo de canciones, de sueños, de poemas, de cuentos, de historias, de deseos, de solo pensar que está bien, que esté haciendo lo que esté haciendo, lo está haciendo para un futuro de ambos. Pero vuelve mi mente a decirme que deje de seguir pensando en un “ambos”, pero yo no soy capaz. 

La botella de vino está por terminar, el alcohol que está en mis venas, me hace empezar a alucinar. El teléfono suena y no lo respondo. Ahora Uvita se empieza a dibujar en el cielo. Caigo dormido. 

La luz empieza a filtrarse por la ventana y me despierta. El dolor de cabeza es muy grande, tal vez fue la primera vez en mi vida que me emborraché y perdí la conciencia. Hoy saldré a caminar por París, como si fuera mi ciudad. Caminaré hasta donde se acaben las calles, al menos estoy casi en el centro. Desayuno y me marcho.

Llevo mi morral conmigo, ahí vienen las fotos, compré otra botella de vino, voy caminando y nada me para. Llego al arco del triunfo, unas cincuenta fotos, para que mamá se sienta feliz. Aspiro algún día poder darle esa alegría de venir a visitar esta gran obra de ingeniería.

Llevo casi tres horas y media caminando. Me siento en un parque, no se cual será. Se que está cerca al Parc des Princes, pero igual, no hace parte de ese complejo deportivo. Se ve a lo lejos el imponente estadio. Saco mi libreta y empiezo a escribir sin pensar y nuevamente, aparece ella como siempre en mi libreta. El escrito empieza con su nombre, empiezo a escribirle una carta, que como costumbre no seré capaz de enviarle, porque no tengo su dirección en Sarajevo. Pero, vine fue a olvidarme de ella, no a escribirle y meterla más dentro de mi.

Miro al frente como las palomas van buscando maíz. Alguien les está echando un poco y ellas van en su búsqueda. Una mujer se me sienta al lado en la banca. Yo como acostumbro no la miro, estoy escribiendo. Esa persona extrañada se queda fijamente mirando mi hoja, yo siento como la mira, de repente me pregunta.

-¿Qué escribes?-

-Una Carta- le respondo.

-¿y aspiras entregarla?-

-no se, pero, ¿por qué hablas español?- le pregunté.

-Porque llevo dos días buscándote- me respondió

Levanto mi mirada y la veo ahí, Uvita, con su clara cabellera. Su cuerpo esbelto, su sonrisa tan gigante como siempre. Sus ojos claros que me miran fijamente. Nos fundimos en un largo abrazo y un beso hace que París cambie totalmente para mi.

Ahora he logrado desmentir que es mejor el Beso Francés que cualquier otro, realmente mejor que cualquier otro beso es el de la persona que realmente amas.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Ipod dreams

La música entra por mis oídos a todo volumen, la prisa acompaña mi caminar, me dirijo a comprar un implemento de trabajo, prácticamente sin eso no puedo tocar mi instrumento predilecto. Suena una de mis bandas favoritas, le subo volumen para que mi cuerpo recupere la alegría que perdió al incumplir una cita. “…por qué canto todo el tiempo, será porque estoy contento…” reza la canción, reza Evaristo, el camino se hace extenso, no me fijo en lo que me rodea, hasta que algo interrumpe mi concentración, saco los audífonos de mis oídos y vuelvo mi mirada hacia atrás, alguien grita mi nombre, al verla me sonríe, su mano derecha se extiende en tono de saludo.

Me devuelvo con una sonrisa en la cara, ella sigue sonriente también, su brazo se extiende, toma mi mano que también se extendió, un beso, un abrazo caluroso, extenso y que movió prácticamente todo dentro de mi. Me invitó a seguir, me hizo un pequeño reclamo y conversamos un rato. El reproductor seguía sonando, con su reproducción aleatoria iba diciendo cosas como para el momento, pero como siempre que me veo con ella, no era el momento adecuado para hablar al respecto. “Me enamoré de ti y que… me enloqueció tu piel y que…” decía al fondo Pepe “El hermoso”, y yo como con ganas de decírselo a mil voces.

El teléfono interrumpe la conversación y va a atenderlo. Yo miro como su cuerpo se aleja, su cabello hace que mi mirada se pierda en él, la camiseta que llevaba puesta, le quedaba sumamente hermosa, estaba demasiado linda, no sabía que decirle, el sudor empezó a correr por mi cuerpo, no se, me sentía nervioso, con ganas de besarla, su nuevo look quedó espectacular y yo como un loco, tenía miedo siquiera de acercarme, qué pensará.

Un poco de todo tuvo esa conversación, espero que las camisetas que sacaste para mi, donde me veias metido, las guardes, esta semana voy por ellas, el reproductor volvió a matar mi cabeza con un “Esta manera de pensarte, es increible… mi sonrisa escribe que me gustas, en mis ojos dejo clara la alegría de verte cada vez…” que Alejandro Arango dejaba correr nuevamente por mi reproductor.

Ahora tengo que partir, dejarte ahí, me cuentas del concierto que vas a ver esa noche, yo tengo otros compromisos, a los cuales podría llevarte, pero el trabajo no te deja ir, en otra oportunidad será.

Salgo de la tienda, el Ipod vuelve a sonar, después de haber escuchado una canción pesada, que poco dice, viene a mis oídos la melodía que dice “…Un caramelo blanco de limón…” esto ya es el punto final que pongo a la visita que te realicé de una manera desapercibida. Pero realmente no le pone punto final a mis pensamientos en todo el día, solo tu estabas en mi cabeza, no se, estas tan metida dentro de mi, que mi corazón palpita cada que me acerco, el cuerpo se estremece cada que te ve, la sonrisa que mis labios dibuja dicen que me gusta verte, que me gustas tanto que ya no puedo disimularlo, ya no se como decir las cosas, pero la cosa es que quiero repetir esta sensación para siempre, quiero no despertar, pero carajo, tiene que pasar, el reloj está sonando ya, yo quiero seguir soñando, yo quiero seguirte teniendo, no, no, que pasa, ¿por qué?. 

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Entre teclas y miradas.


Como siempre llegué a las 3:45, parqueé frente a su casa, ya que el garaje es solo para los que viven en ella, esperé a que bajara Andres; era alumno mío desde hace ya dos años, una clase de piano que llevaba dictando con constancia y dedicación, el chico ya estaba muy bien, ya tocaba a Chopin como si el ruso ese fuera un principiante.

Ese día fueron las 4 y Andrés no apareció, justo cuando iba a irme, bajó por la escalera su hermana, a quien yo había visto, me había parecido atractiva, pero nunca había pensado en acercármele, por el simple hecho de no relacionarme con nadie cercano a mis alumnos. Ella me sonrió y poco a poco se fue acercando, me paré de donde esperaba sentado y le extendí mi mano en un tono cortés, ella la tomó y me besó en la mejilla. Me dijo que realmente hoy Andrés no estaba en casa, que era ella la única que se encontraba y que había aprovechado la salida de vacaciones de sus padres para poder hablar conmigo.

-Me llamo Dalia, soy la hermana de Andrés-

-Ya lo sé- le contesté.

-¿que edad tienes?- me preguntó.

-24- le dije – ¿y tu?- le devolví la pregunta.

-tengo 22- respondió con una sonrisa.

-También soy amante del piano pero no como mi hermano, estudio ingeniería sanitaria en la Universidad Departamental, voy en 7 semestre, ¿tu estudias música?, ¿tienes pareja?-

Estas preguntas me parecieron que la chica quería algo, no estudio música, soy arquitecto y no tengo pareja. ¿Por qué?

-No por nada- respondió.

La chica estaba demasiado atractiva ese día, realmente me gustaba de antes, siempre la veía llegar, pero nunca pensé que una chica de tan buena familia se fijara en mi, hablamos unas cuatro horas y mi cuerpo empezó a sentirse cada vez mas tranquilo junto a ella. La invité a un concierto que iba a dar con mi banda de punk en dos semanas y ella me dijo que siempre le había gustado esa música, que sin ningun problema iría.

El día del concierto ella llegó al sitio antes que nosotros, cuando me vio se me acercó y me besó entre la mejilla y los labios, de esos besos que lo ponen a pensar a uno, me miró con mi vestimenta más fresca, no tan profesor de piano clásico, como me presentaba para dar las clases ante todos mis alumnos de ese amigo con teclas.

El concierto empezó, como era costumbre me puse una camisilla que dejaba ver el arte que adornaba mi pecho y entre ella y yo hubo una conexión de miradas que iban dejando ver el deseo que nos consumía por dentro, yo le decía entre labios que le dedicaba las canciones, con miradas a los ojos le decía que la quería y que le agradecía que hubiera ido a acompañarme mientras tocaba.

Cuando el concierto terminó, ella se me acercó y asombrada me preguntó por mis tatuajes. Le dije mi afición por ellos y el significado que tenían los que había en mi cuerpo. Sin pensarlo me acerqué a ella y la besé, fue un beso electrizante, me movió todo, tal vez lo había esperado mucho, tal vez fue muy rapido, pero lo hice, porque las ganas consumían mi cuerpo, porque mi cuerpo solo quería seguir compartiendo con ella.

La llevé a su casa, la dejé en la puerta y por la ventana se asomó su papá, me miró fijamente y me sonrió, tal vez maliciosamente o tal vez con odio, pero me sonrió.

Al miércoles siguiente, cuando llegué a casa de ella, no bajó ni Dalia, ni Andrés, fue su padre el que se sentó a hablar conmigo. Me preguntó desde el día y el lugar donde nací, hasta la marca del cepillo de dientes que uso, me preguntó por la afición que había tenido su hija por las estrellas desde el día que la llevé a su casa, me preguntó por mis intenciones con su hija.

Yo, asustado, ya que un cuestionario asi no me lo hizo cuando empecé a darle las clases a Andrés, le respondí de a poco, lo de las estrellas me tocó explicárselo gráficamente con mi cuerpo, el señor un poco asustado me miró el pecho y me pidió que le explicara el por qué de mis tatuajes; ahí iba nuevamente mi cátedra sobre el significado que tenían para mi. La conversación finalizó cuando le dije mis intenciones y él las aceptó.

Le di la clase normalmente a Andrés, él estaba muy entusiasmado ya que dijo que ahora que estaba saliendo con Dalia, me vería mas seguido y le podría solucionar dudas que se le presentaban en el transcurso de la semana. Al rato Dalia bajó, me saludó con un beso en la boca y cuando me abrazó, me dijo al oído que la sacara de allá.

Nos subimos en mi carro y empezamos a descender por las lomas que quedan cerca de su casa. Nos detuvimos en un mall, comimos y subimos a un mirador, allá nos sentamos a mirar la ciudad, yo empecé a tararearle la letra de una canción y luego la besé. Ella sonreía alegre y agradecida. Luego de un rato la llevé a su casa, ya iba a ser media noche, la dejé en la puerta y nuevamente su padre dejó ver su silueta en una de las ventanas de la casa.

Vi a Dalia durante la semana otras tres veces. Ya estaba demasiado enamorado, no se, sentía como si fuera el destino el que quisiera que estuvieramos juntos, siempre teníamos una sonrisa, pocos planes, solo nos veíamos y ya, la llama ardía al rojo vivo, miles de besos, miles de risas, miles de abrazos, cogidas de mano y ya, no quería ir muy rapido con ella, pero quería que fuera mía, quería estar con ella para siempre.

Al miércoles siguiente, cuando llegué a la casa, Andrés me estaba esperando, empezamos la clase, él no decía nada, hablaba simplemente lo de la clase, no como había pasado antes que estaba todo interesado por saber como se dio lo de la relación de su hermana conmigo, yo imaginé lo peor.

Cuando terminé la clase, esperé a que Dalia bajara, pero no ocurrió, esperé quince minutos, hasta que la empleada me entregó una carta que me había dejado, la leí, salí de la casa corriendo, me subí en el auto, salí a recorrer la ciudad y llegué al mirador donde nos habíamos encontrado. Allí, estaba ella sentada, con una maleta y una sonrisa. Se me lanzó a los brazos y cuando la solté, sacó del bolsillo, un papel con el diseño del tatuaje que quería hacerse conmigo como símbolo de nuestra unión. Yo acepté y nos fuimos para mi apartamento.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Anoche la vi

-Chicos aqui les presento a mi Uvita.-

Anoche la vi, carajo, estaba hermosísima, no se, al principio estaba cohibido, no sabía que hacer, ni que decir, hasta el momento en que me senté a su lado, hablamos, estuvimos juntos el resto de la noche. Entre abrazos, palabras, risas y tomadas de mano o caricias inesperadas, poco planeadas y que ojala pasaran desapercibidas. 

La  miraba a los ojos, nuevamente su sonrisa, brillante, blanca, grande como siempre, otro flechazo al corazón, un anhelo, querer y poder estar a solas con ella, cosa que no se pudo hacer, habían cosas que quería decirle, contarle todo lo que había pasado desde el ultimo día que hablamos. Una sonrisa tras otra, se fue consumiendo la noche, el sueño empezó a atacarla y yo estuve ahí, a su lado para prestarle el hombro, para que durmiera un poco o al menos para que relajara sus ojos. Un abrazo, ella se recostó en mi pecho, su cabello tocaba mi cara, olía demasiado rico. Abracé ese cuerpo que descansaba sobre el mío, le hablé al oído, ella con su sonrisa, una voz suave respondía, le hablé de la ultima canción que le escribí y con una sonrisa en su boca, una voz suave y mimada me dijo que la quería ver, quedamos entonces en que se la debía mostrar. La noche se consumió, llegó la madrugada, partimos juntos en el mismo transporte, ella seguía bella, con sueño, sus ojos adormecidos, los míos un poco en mejor estado, tal vez quería un abrazo, un hombro donde descansar durante el viaje, pero realmente no pudimos hacerlo. Entonces opté por un mensaje, ya que hablar respecto al tema tampoco era como muy apropiado en ese momento, ya que el viaje lo hacía alguien mas con nosotros, el mensaje no se si fue entregado, pero lo escribí desde el corazón, poniéndole un verso de esa ultima canción que le escribí y diciéndole un par de cosas mas, corto el mensaje, pero tal vez muy sustancioso. 

Ella bajó del carro, se paró en frente mientras podía cruzar la calle, yo la miraba con tal fascinación que no era yo mismo, era un yo disfrutando de su presencia, era un yo con ganas de escribirla, de dibujarla a través de mis letras, un yo que mientras la miraba iba pensando en las letras de un próximo mensaje, de un verso que algún día será canción, un yo con ganas de mirarla a los ojos, tomarla de las manos y decirle todo, un yo que estaba pensando en esa canción que le escribí al principio y queriendo hacer eso que dice en uno de sus versos: “te taparé los ojos al saludarte, preguntaré a tu oído quien diablos puedo ser, te besaré largo y suave los labios, te abrazaré muy fuerte y nunca te dejaré”.

Su sonrisa siguió alegrando el viaje, ya la tenía dibujada en mi cabeza, llegué a casa, a dormir, a soñarla. Mis sueños atrevidos, la besaron hasta el cansancio, la abrazaron hasta el cansancio, pero como no me cansaría de eso, como no me cansaría de su presencia, tal vez fueron besos y abrazos eternos, dedicados solo a ella, sabes algo Uvita, ¿cuando nos volvemos a ver que quiero volver a tenerte en mis brazos, quiero decirte todo esto, mostrarte las canciones, sonreír y soñarte nuevamente?

sábado, 6 de diciembre de 2008

Excitación

Andrea y yo llevábamos varios meses saliendo. Eran encuentros diarios, espontáneos, muy tranquilos; esa confianza que teníamos después de tantos años de amistad hacía que nos entendiéramos muy bien y que casi todos esos encuentros terminaran saciando esos deseos sexuales que teníamos el uno hacia el otro.

Ese día que nos encontramos todo estaba muy bien planeado, iríamos a comer y luego nos iríamos para mi casa a terminar como era costumbre, con una botella de vino, un poco de música y un poco de sexo.

Entre vino y vino, nuestra ropa iba cada vez disminuyendo, ella me quietaba algo y luego yo hacía lo propio. En un momento de excitación, luego de un extenso beso que hizo que a ambos se nos erizara la piel, ella me dijo que quería intentar algo nuevo, que quería que yo tuviera el control y que la atara a la cama; un poco extrañado por su propuesta y luego de conversar con ella y que me dijera cómo lo había soñado, procedí a hacerlo. 

La até a la cama con unas corbatas. Allí estaba, entregándose a mi, con su sexo al borde del éxtasis y yo con la misma sensación, la miraba fijamente; cogí una rosa y cuando iba a comenzar a tocarla con los pétalos, ella me detuvo y me pidió que también le vendara los ojos, como ya había accedido al principio y se trataba de hacerle realidad su fantasía, también le vendé los ojos.

Ahora si, me dijo; tomé la rosa y empecé a recorrer su cuerpo con ella. Andrea empezó a gemir y yo vi que era el momento de seguir con el resto.

La penetré por primera vez y empezó a gritar de dolor, lo hice suavemente, con mucho amor, luego con mayor intensidad, ella gritaba, su cuerpo iba cada vez quedando mas débil y a mi disposición, su piel estaba sudada y suave, ya exhausto, luego de casi una hora de estar haciéndolo, solté el cuchillo, lo puse sobre la mesa de noche y me acosté a su lado.

lunes, 1 de diciembre de 2008

La Eterna Pesadilla

Despertó alterada, las lágrimas en sus ojos dibujaban una pesadilla en su rostro, su cara sonrojada, su cuerpo desnudo, el pecho oprimido, la respiración acelerada; se levanta de la cama en busca de un poco de agua, en la cocina mientras sirve un vaso piensa en esa pesadilla, recuerdos de su padre y su madre juntos, tirados en el suelo de la habitación de ambos en su apartamento, derramando sangre, la mirada perdida, un par de disparos en la frente de cada uno y ella sin llorar, los mira, busca el asesino, el arma, piensa en un posible suicidio de ambos pero realmente no puede ser real, no hay arma, hay indicios de forcejeo, eso del suicidio son simples visiones de ella.

Hoy nuevamente la pesadilla volvió y la atacó como es costumbre al menos una vez al mes lo que hace que sus padres murieron, ella aun no comprende que es lo que le causa esta pesadilla, ya el caso fue cerrado, el victimario como es costumbre en este país está tranquilo en su casa; ella cree que es una persona que vive en el edificio que habitaban sus padres, ya que el portero no dejó entrar a nadie, entonces está ahí la inquietud.

Piso 11.

Luego de tomar el agua se dirige a su habitación nuevamente, mira por el ventanal, hermosa se ve la ciudad, se sigue preguntando por su pesadilla, pero también vuelve a recordar esa decepción que le causó su última relación amorosa, ese hombre con el que había estado durante cinco años, se había marchado con otra mujer.

Había llegado un día del laboratorio y cuando fue a ver, la ropa de él ya no se encontraba en el closet; con odio tomó la carta que encontró en el nochero, la leyó, lloró como nunca, casi dejó salir su alma en cada suspiro, en cada sollozo.

Tiene 24 años, es una microbióloga reconocida en el medio por sus descubrimientos que han influido mucho en la ciencia del país. Tiene un apartamento en un sitio prestigioso de la ciudad, en el último piso. Con la mejor visión, dos balcones y un ventanal hermoso, imponente, gigante, por el cual se asoma en este momento, mientras recuerda su decepción y su dolor.

Vuelve a la cama, se acuesta, mira el celular que descansa en el nochero, la hora que marca refleja que no ha dormido sino 2 horas desde que se acostó.

3:43 a.m.

Vuelve a despertar alterada, con lágrimas en sus ojos, la cara sonrojada, vuelve y se levanta a la cocina, busca en la nevera algo helado para tomar, una bebida gaseosa empieza a descender por su garganta, se refresca, se relaja, mira hacia su habitación nuevamente, no quiere entrar otra vez ahí, volvió a soñar lo mismo, volvió a recordar lo mismo y eso no le agrada, ahora recuerda lo difícil que fue su camino para llegar a ser quien hoy es, a ganarse el puesto que hoy tiene, realmente no se siente bien.

Entra en la habitación, se sienta en la cama, se cubre con la sabana blanca que le sirve de cobija y se pone a mirar la ciudad por ese imponente ventanal.

4:15 a.m

Se pone una blusa, una tanga y se para, sale corriendo, salta y el ventanal se rompe al entrar en contacto con su suave y delicado cuerpo.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Carta a Uvita

A veces entre el dormir en la noche y el estar despierto en el día,  anhelo poder seguir durmiendo, porque solo hay un motivo para estar ahí, y es que puedo soñarte, puedo tenerte, puedo abrazarte, tenerte cerca, acompañarte hasta que te vas, estar compartiendo contigo mis sueños, a tu lado, mientras tu me acompañas también, mientras me dictas todo lo que tienes pensado para un futuro.

                                                             

“no se, que es lo que me mueve”.

Realmente no se, a veces en el techo de mi casa, miro al cielo y te veo, otras veces no, no estás ahí, solo anhelo que aparezcas, con tu cabello rubio ondeándose, con tus ojos claros mirándome y tu gigante sonrisa, realmente no se que es lo que me mueve a escribirte tanto, a estar últimamente pensando en ti. Será que te extraño?... será que espero a que sean los días especiales del mes para poder verte en todo tu esplendor? No se, será que estoy esperando que el cielo se despeje y me puedas dar tu hermosa sonrisa y así poder dormir tranquilo?

 

Solo pienso que me deberías dar una señal de que vives, de que sos vos, de que eres alcanzable o tan inalcanzable como siempre lo han pintado, de que sos tan bella como te imagino, como te veo en fotos, como te escucho, como te siento, como te han podido retratar esas personas que han logrado hacerlo. Donde enseñas tu sonrisa, tu blanca piel, tu cabello rubio. Donde puedo tenerte tan cerca, tan mia, tan dentro de mi corazón.

 

Quiero tenerte acá y al oído prometerte que bailaré, solo si me enseñas a moverme, que quiero seguir con vos, que se que no te abandonaré, pero dios, dame una señal de que existís, de que seguís ahí presente para decirte al oído lo que siento, para susurrarte mis secretos, para gritarte mis alegrías y llorarte mis tristezas, para seguir contándote mi tragedia, para seguir contándote mi éxito, para que sepas que cada día me gustas mas, para que sepas que no se cuanto sería capaz de apostar por verte y mucho mas, cuanto podría apostar para besarte, realmente no se.

 

No se que es lo que me mueve a anhelar tu cabellera, no se que es lo que me mueve a anhelar besarte, no se, estoy tan lleno de dudas, tan lleno de verdades, porque no se nada. Respecto a los sueños solo puedo tener control en mi cuerpo para que esté despierto, pero encontramos que no te gusta que me quede despierto, entonces tengo que soñarte, verte en mis sueños y así estar tranquilo, porque han sido cuatro días consecutivos soñándote, y me asomo a la ventana para ver si estas ahí y si te puedo dibujar, si te puedo escribir, pero realmente no me había podido salir nada, no había encontrado la forma para decirte todo, para explicarte que me estoy enloqueciendo por escribirte, que ya va una canción y tres escritos, este es el tercero y no se como explicar este sentimiento que se me metió, changos, realmente que carajos pasa, no se, solo vuelvo y te lo digo, me gustas y de una manera loca, sabes que? Estés donde estés, aparecé, quiero decirte que te quiero, quiero decirte que te sueño, que te extraño, que te pienso, que te quiero tener solo para mi, que quiero que hagas parte de mi vida, que quiero hacer parte de la tuya, que quiero salir con vos, que quiero mirarte a los ojos, susurrarte canciones, pero no se, aparecé y luego hablamos.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Diario de un mendigo enamorado II

Allá viene, está sin afán, va con cinco minutos de ventaja, ya distinguí su caminar, está hermosa, pasa frente a mi de derecha a izquierda como siempre, yo estoy sentado, me levanto y grito, UVITA!, ella voltea y sonríe, su cabello rubio hace un movimiento suave con el viento, su cuerpo se contonea como en los viejos tiempos, se devuelve corriendo, me da un abrazo y sigue sonriendo. Yo la miro a los ojos, le organizo el cabello tras la oreja y le doy un beso en la mejilla, que está tensa por la sonrisa que sigue dibujada en su rostro.

La tomo de las manos, le pido su número de celular y le digo que la llamo a las 6 de la tarde. Ella no me lo da, me dice que no quiere trabajar, que tiene mucho que contarme y prefiere faltar un día al trabajo, que perder la oportunidad de seguir sonriendo con la sorpresa que le acabo de dar.

No has cambiado nada, me dice; aunque sé que realmente sí estoy un poco demacrado. La tomo de la mano, ella lleva su cartera, yo mi bolso con los recuerdos, nos vamos a sentarnos en un parque que acostumbrábamos visitar cuando estábamos juntos. Ambos sonreímos, pero no sabemos qué mencionar.

Al llegar al parque aun la sonrisa sigue dibujada en los dos, yo tengo mariposas en el estomago, se me mueve todo en el interior. Empezamos a hablar, me cuenta como va el trabajo, como terminó la universidad, me pregunta por mi vida y mi trabajo, mi musica y mis sueños.

Ella me empieza a cuestionar sobre el por qué yo estaba ahí sentado, yo le dije que realmente el mendigo que siempre estaba ahí sentado era yo, que hacía eso, no para pedir dinero, sino para mirarla a ella pasar todos los días porque no sabía como acercármele, entonces me dejé crecer la barba y el cabello para que ella no me reconociera, que la miraba pasar siempre; ella sorprendida me dijo que realmente le parecía curioso que el mendigo estaba cuando ella pasaba en la tarde y no en la noche cuando volvía a pasar, yo le respondí que ya me sabía su horario entonces por eso iba en la tarde, porque luego de verla pasar me iba a trabajar.

Me hace la gran pregunta, y ¿es que aun me amas? Con mi manera de ser le contesto que si, que siempre me pregunté si estaba con alguien compartiendo su vida, y sonriendo ella me dice que los últimos meses se había preguntado por mi, por donde estaba, qué estaba haciendo.

Así terminó la tarde, nos quedamos de vernos todos los días de esa semana por la noche, ir a comer y seguir con nuestra conversación.

29 de Abril.

Hoy nos volvimos a dar un beso, sigue besando igual de delicioso, tomé su cabello rubio en mis manos mientras ella descansaba en mi hombro, la miré a los ojos y ella me lanzó un beso que estaba esperando hace mucho tiempo.

25 de Septiembre.

Gran día el de hoy, estoy esperándola en el restaurante de siempre, llamé a todos nuestros amigos, todo está preparado, lo propondré matrimonio, espero que acepte, ya que llevábamos mucho tiempo sin vernos, ya que ahora que nos reencontramos me doy cuenta que ella es la mujer con la que quiero compartir mi vida, ella es la mujer a la que quiero mostrarle todos mis logros y hacerla feliz por siempre.

30 de Marzo

Hoy nos casaremos, ya todo está preparado, el sacerdote, el tatuador, las damas de honor, los padrinos, las bandas que van a tocar, solo espero el momento en que digan, Puede besar a la novia; y listo, seremos felices para siempre.

31 de marzo.

Que gran noche, la fiesta salió a pedir de boca, en el lado posterior de nuestras muñecas están los tatuajes que nos unen por siempre, ya nada nos va a separar, sabemos que es un camino largo y tedioso, pero ya no nos queremos separar y vamos a afrontar los caminos por muy difíciles que sean y superaremos todos los problemas juntos, porque nos amamos, vamos a vivir juntos para siempre.

Ya tenemos la casa, en mi carro nos podemos transportar y seguiremos trabajando en las empresas donde laboramos hasta el momento, ya que estamos felices en ellas.

Esperamos tener uno o dos hijos, dependiendo de cómo siga la situación familiar. Vamos a ver que mas nos depara el destino.

martes, 18 de noviembre de 2008

Diario de un mendigo enamorado.

Enero 27

Dudaba aun si debía cambiarme de calle para cubrirme de la lluvia o esperar a que ella pasara para poderlo hacer. Llevaba ya mas de año y medio sentado en la misma acera durante cinco horas al día, esperándola que pasara, yo la recordaba, ella no, igual yo había cambiado totalmente mi personalidad y mi aspecto físico no era el mas agradable de todos.

Era la 1:55 pm. y ya iba retrasada, aun no pasaba; siempre me daba en la cabeza preguntándome por qué no era capaz de hablarle, solo esperaba ahí sentado a que pasara, la observaba de arriba abajo y mientras mi boca se abría, iba recordando esos gratos momentos del pasado cuando fue mía.

¿Fue mía?

Si, tenía 14 años cuando la conocí, empecé a hablar con ella con una insistencia bárbara desde los 15 y a los 17 cuando ambos aun cursábamos el colegio, nos encontramos para ser pareja, algo concretado, una relación larga y duradera, yo siempre con mi delirio de poeta le escribía versos y ganaba unos sabrosísimos besos por eso y otros cuantos detalles que tenía con ella. O intempestivamente ella me besaba y eso me gustaba.

Nos habíamos separado después de unas decenas de meses juntos y habíamos perdido contacto total, pero ahora que la veo, la encuentro tal y como la dejé hace unos años, ¿cinco o seis?, no se cuantos habrán pasado pero está igual de bella, sé donde trabaja, me ha dado monedas varias veces, pero yo se las he rechazado, realmente yo no me siento en esta acera para recibir monedas, no las necesito, solo busco tener alguien con quien conversar y siempre lo encuentro en universitarios que van en mi búsqueda para comentarme de unas u otras cosas, aunque a mucha gente lo único que le produzco es asco, incluyéndola a ella, supongo.

Son las 2 pm. y aun no pasa, que le habrá pasado, está retrasada, allá viene, va demasiado rápido, sí, está retrasadísima, ¿cuándo será el momento en que tengo otra vez las agallas para volverle a hablar?

Ella lleva trabajando en esa empresa más de 1 año, por lo que veo le ha ido muy bien en su vida, yo en cambio vivo aquí sentado, como algo decente y luego vuelvo a casa solo, me siento a ver televisión o a sumergirme dentro de esos acordes de música que escribo o escucho en las listas de reproducción.

Marzo 18

Hoy se acercó, estaba bellísima, me habló, yo no le dije nada, ni la miré a los ojos, le dije hola y ya, ella siguió su camino y yo volví a lo mismo, la miré y recordé esos gratos momentos. ¿será que se acuerda de mi?, ¿será que ya me reconoció?. Ahora que empiezo a preguntarme, ¿será que tiene alguien con quien comparte su vida?, no se, debería cambiar mi aspecto y un día cualquiera acercarme a ella, vestirme con la ropa que acostumbro usar en las noches para salir con mis amigos, deberé ir cambiado totalmente, afeitar esta larga barba y cortar mi cabello, le hablaré, sé que será pronto, porque ya estoy decidido, la invitaré a un café, ¿pero como le digo?, ¿Cómo me dirijo a ella? ¿con un cortes señorita? O ¿La llamo por su nombre?, no sé, el momento lo dirá.

Abril 3

Es el gran día, ya me afeité y me motilé, me puse una camisa a rayas, un jean, unos tennis azules y una gorra camionera como siempre, estoy sentado en el mismo punto, tengo mi bolso a un lado, con varios recuerdos de cuando eramos pareja y que tengo guardados en mi corazón hace un tiempo. Es la 1:50 p m. Y ya los nervios empezaron a fluir, las mariposas en mi estomago, será difícil dirigirme a ella, pero lo haré, ya tomé el gran cambio.

Allá viene, está sin afán, va con cinco minutos de ventaja, ya distinguí su caminar, está hermosa, pasa frente a mi de derecha a izquierda como siempre, yo estoy sentado, me levanto y grito, UVITA!, ella voltea y sonríe.

Continuará…

lunes, 17 de noviembre de 2008

¿Quien Soy? (Autodescripción, Adjetivos)

Insensible, inconciente, egoísta, ególatra, complicado, hiriente, directo, poco consecuente, inmaduro; y todos los adjetivos que se puedan imaginar (si quieren los ponen acá) y que sean negativos, han sido el pan de cada día del último mes, a veces siento que es muy difícil seguir adelante, pero lo intento y prácticamente lo he logrado gracias a esa gran cantidad de adjetivos negativos que llegan a describirme totalmente. 

Muchas veces he visto como los castillos de naipes se derrumban ante mis ojos y me siento como el “Joven Manos de Tijera” cuando coge sus manos y las hace pedazos. Siento y me pregunto que es lo que realmente soy; y hoy, luego de un juego ridículo se quedó en mi cabeza esa pregunta, porque he ganado el odio de un sinnúmero de personas solo por una decisión, solo porque fui sincero y ya. 

Entonces ¿Quién soy realmente?

Soy todos esos adjetivos que encontraste al principio, que agregaste y que si queres te los repito y los hago tatuar.

Solo se que gracias a esos adjetivos es que encuentro refugio en un lapicero y un cuaderno y saco lo mejor de mi, y soy capaz de hacer sentir feliz o enamorada o triste a la demás gente, al menos esa insensibilidad mía no queda demostrada en la sensibilidad que expresan mis escritos que te hacen suspirar e imaginar lo que en ellos reflejo. 

Entonces ¿Quién Soy?

Soy un simple idiota que plasma en letras lo que no puede sentir y que a falta de poderlo sentir, se lo hace sentir a los demás.

martes, 11 de noviembre de 2008

Una Clara Cabellera.

Tal vez no entiendo porque volví a sentarme aquí, y no se que estoy escribiendo, solo recuerdo una cabellera rubia que llega a sus hombros, una sonrisa enorme, su cara tan bella y sus ojos de un color tan claro y tranquilo como las aguas del mar en una noche de verano.

La luna sigue alumbrando y sigo recordando esa cabellera clara, esa que estuvo ahí ¿Dónde? No se, solo se que algún dia la viste. Y ¿por que la recuerdas? No se, es tal vez una incognita que aun no he podido descifrar, ya que realmente no se quien es la propietaria de esa cabellera clara, tal vez porque realmente no se si la cabellera clara existe. Mi cuerpo se torna cada vez mas frío, mi corazon palpita rapidamente y mi pecho se oprime con cada bocanada de aire que inhalo, es difícil mantenerme tranquilo sin que tu amado amigo se acerque a tu cuerpo y toque tu pecho fielmente. 

Sus ojos, son tan bellos, tan hermosos que deseo tenerlos para siempre, sus labios delinean una perfección tal, que no se si realmente son reales, su nariz despeja una redondez que le da una armonía a su cara digna de una hermosa mujer como lo es ella.

Esperando a que se revele ante mi, a que me diga su nombre, a que me diga qué hace, a que suelte la mano del hombre que la acompaña siempre, a que me mire a los ojos o tan solo me sonría, así estoy yo, sentado en el techo de mi casa, escribiendo algo incoherente, deseos vagos de alguien que se quiere acercar a una mujer ajena, que sonríe y mira como ella se posa a su lado, el asma mata sus pulmones y la oscuridad que antes acompañaba sus noches se disuelve por la construcción que hay hoy en día frente a su casa. Estoy aquí, escribiendo algo que tal vez nunca lea, escribiendo algo que pasará a ser parte de ese archivo personal, escribiendo algo que no es para nada real, es solo mi imaginación una noche de luna llena. 

Ahora que lo entiendo y que lo veo, esa hermosa cabellera clara pertenece a esa persona que sale de noche y duerme de día, a esa mujer que acompaña mis noches de fantasía, mis noches de delirios y de melancolías, pertenece a esa mujer que entra a mi habitación y alumbra con su alegría y que en las noches nubladas con su ausencia me está siempre atormentando. A esa mujer que ha sido tantas veces motivo de inspiración, anhelo de siempre desde mi pubertad, a esa mujer a la que nunca le has dicho lo que realmente sientes, perteneces a esa que se parte muchas veces o esconde su cuerpo o su cara, y no deja que yo disfrute su cabellera, aquella que mientras mas días pasan, mas tarde sale, conociendo que yo soy la persona que mas temprano se entra, tal vez por eso casi nunca la encuentro, tal vez por eso solo la he visto varias veces, tal vez por eso pocas veces me ha acompañado. Pero sabes que nena. Siempre me has gustado. Desde que te ví, no se que es lo que generaste en mi que me hizo gustar tanto de ti, no se que es lo que realmente me pasó. Pero no se, dejate ver que quiero decirte muchas cosas.

sábado, 1 de noviembre de 2008

El Vértigo de Una Flor.









Caminaba por las afueras de la ciudad mientras observaba la belleza que podría generar darle un poco de brillo a los colores opacos que ofrecía el paisaje. Unos cuantos colores alegres, unos graffiti, unos afiches, una declaración de amor. Caminaba sin descanso, esperando llegar y encontrarla, besarla y poder estar con ella. Su casa está ubicada en las afueras de la ciudad, con un paisaje monótono, los edificios se levantan con el mismo color, no cambia, los autos pasan a tu lado mientras seguís caminando, mirando todo lo que te rodea, los vigilantes de la desconfianza también te siguen con la mirada cada que pasas frente a una urbanización, tu solo piensas que solo falta una menos para llegar a la de ella.

 

Llevas caminando cinco minutos, vas cantando o vas pensando en un dibujo, pensando en una frase, vas con ganas de llevarle una sorpresa, pero ¿donde la comprarías?... es imposible… en esos lugares no hay donde comprar, las tiendas están lejos, un chocolate o una flor. Mas fácil es llevar la flor, que sería fácil de arrancar de algún jardín, te decides al fin por esa opción. Ahora lo difícil es encontrar el jardín al cual le robarás unas cuantas flores.

 

Sigues tu camino, miras a lado y lado, encuentras unas perfectas, están en las rejas de una urbanización, te diriges hacia allá, estas trepando, cuando un grito frena tu intención, un hombre vestido de uniforme, halaba mis pies, me prohibió que me subiera a esa reja. Yo le expliqué que realmente lo único que quería era tomar unas cuantas flores para entregárselas a ella. El hombre me apuntó con su arma y ahí entendí que realmente era imposible tomarlas, pese a lo bellas que estaban. Desististe de tu idea en ese lugar y entonces volviste a caminar.

 

Otra vez mirando a los lados sigues tu camino, estas a unos cuantos metros de su urbanización y aun no encuentras esa flor que sabes que le gusta.

 

Una entrada, una casa con un súper jardín, pasas la reja, un perro te mira, ladra, te asustas, porque está demasiado cerca de donde estas,  lo ignoras, “perro que ladra no muerde” te dices, sigues, sacas un bisturí, el cuaderno y un marcador de tu bolso. Con el bisturí empiezas a cortar las flores; cortas doce para que sea un buen detalle, son unas rosas hermosas; el perro sigue ladrando, escribes un mensaje en una hoja del cuaderno, la arrancas y lo pones en el sitio donde antes se encontraban las doce rosas.

 

Sales, otra vez pasas al lado del perro, este te tira a morder y lo esquivas con un poco de tus reflejos y de suerte. Sales de esa casa, cruzas la calle y ya estas en su urbanización. El vigilante pregunta tu nombre, hacia donde te diriges, le respondes, hace una llamada y ya puedes entrar.

Caminas, con un poco de vértigo, las mariposas de tu estomago despertaron, el miedo aun está en tu interior a causa de lo que hiciste para conseguir ese detalle. Subes las escalas de su casa, te paras frente a la puerta, tocas el timbre, se escuchan unos pasos, se abre la puerta y… Despiertas.

martes, 21 de octubre de 2008

Juego de niños.

Lloraba y lloraba inconsolable, sin saber qué decirle le presté mi hombro para que siguiera con su incansable producción de lágrimas, la sangre que había en su rodilla la hizo asustarse demasiado.

Iba corriendo, disfrutando de un juego que había inventado para que ambos estuviéramos juntos e integrados. Yo la perseguía por el patio sin temor a nada, un patio inmenso, un patio hermoso, reíamos y gritábamos demasiado, ella con su hermosa carcajada, sus ojos siempre pendientes de mi agilidad, de mis movimientos, yo pendiente de que no fuera a lastimarla.

La alcancé y ahora se invertían los papeles, era ella quien venía tras de mi.

Yo había olvidado mi cansancio, haberla visto a ella, que fue hasta el auto y me recibió con una hermosa y grande sonrisa en su rostro, me hizo olvidar todo el cansancio y el tedio que había vivido en la oficina. Me bajó el maletín, lo entró a la casa y seguía sonriendo. Comí y ella estaba ahí observándome con sus ojos color café y su cabellera negra, su tez trigueña adornaba con su presencia la mesa del comedor, mientras yo contaba como había sido mi día, ella jugaba con una fruta que estaba en el frutero.

Terminé mi comida y ella no esperó a que llevara los platos sino que los levantó y casi corriendo, poniendo en riesgo el poder quebrar la vajilla y el poder de pronto cortarse con los residuos de ese accidente los llevó a la cocina. Cuando iba saliendo de la cocina ella ya venía carcajeándose, eso me dijo que lo que quería era que jugáramos un rato antes de irnos a descansar y a dormir.

Estaba ahí persiguiéndome sin medir su velocidad, sin fijarse en donde pisaba, solo mirando hacia donde estaba yo para no perderme de vista, yo medía mi velocidad para que el juego tuviera emoción. De repente ella tropezó con algo, cayó muy fuerte contra el suelo y raspó su rodilla, empezó a salir sangre y empezó a llorar.

Uvita se alteró, yo también, ahí mismo salí a agarrarla, la cargué en mis brazos mientras ella seguía llorando en mi hombro. Uvita le hacía la curación mientras ella lloraba por el ardor que le producía, luego de hacérsela le dimos un dulce y ya se calmó.

Así terminó nuestro juego, nuestra alegría y diversión y nos tocó irnos a descansar, a dormir. Pero eso si, sería solo por ese día, porque al siguiente ya estaría dispuesta a seguir corriendo sin importarle lo que había pasado el día anterior.

jueves, 9 de octubre de 2008

Rare love story


Una melodía suena, te levantas y miras a tu lado, extrañado palpas que es ese cúmulo tapado con tu misma sabana que asemeja el cuerpo de una mujer.

Descubres su rostro y con alegría pero algo extrañado piensas en despertarla para preguntarle qué hace ahí.

Mientras te dirigías con tu mano a acariciar su rostro notaste que en tus dedos había algo, un brillante; sacas ese anillo aun más extrañado y miras que en el interior hay una inscripción, las iniciales de ella, las iniciales tuyas y una fecha.

Desistes de despertarla y decides mejor ir a hacerle algo de comer.

Sirves el desayuno y se lo llevas a la cama, ahora si es necesario que te explique por qué está ahí, con una argolla igual a la tuya.

Le acaricias el rostro, ella sonríe, abre los ojos, te mira fijamente, te dice amor, sonríe nuevamente, se siente y te recibe.

Tu, hecho un mar de preguntas no sabes por donde empezar.

¿Cuándo fue? ¿Cómo fue? ¿Cuánto llevaban de novios? Fueron las primeras que se te escaparon.

Pues según lo que dice el anillo fue ese 29 de abril que cuando pequeños habían planeado como un juego de niños. Ella lo afirmó.

Amor –dijo- fue una ceremonia muy bonita, en una pequeña capilla, estaban nuestros amigos mas cercanos, tu familia, la mía, se sirvió una carne que tu mismo preparaste, el arreglo en globos lo hicimos juntos con tu madre, mi mamá nos ayudó con la decoración, salimos en un auto clásico, tocó tu grupo musical y con rock y besos y canciones y lagrimas me expresaste todo tu amor.

Luego salimos para nuestra luna de miel en Buenos Aires y ya hoy llevamos mas de 1 año casados.

El noviazgo no fue nada del otro mundo, me enamoraste con cada una de las canciones que me escribiste.

Luego de mucho tiempo sin vernos, empezaste a llamarme nuevamente, a buscarme, a escribirme, a hablarme al oído, a decirme lo que sentías, yo poco a poco me iba encantando mas contigo, me hacías dibujitos, me llevabas chocolates, me sonreías, me acompañabas, estabas pendiente totalmente de mi, me ayudabas en lo que necesitara y por eso fue que poco a poco te fuiste ganando mi corazón, pese a que yo estaba saliendo con otra persona, tu esperaste con el corazón y con el amor que siempre habías sentido por mi. Duramos de novios como 3 años, hasta que tomaste la decisión de que querías estar para siempre a mi lado y me propusiste matrimonio.

Y ¿Cómo fue la pedida de matrimonio? –le pregunté-

Fue sencilla pero graciosa –dijo- como todo lo que se te ocurre a vos. Pusiste la argolla sobre un postre que me habías hecho y que llevaste a una reunión que estábamos todos. Serviste postre para toda la fiesta y para todos había una cereza encima de cada postre, pero encima del mío solo estaba la argolla, estaba bonita, reluciente, y cuando ya todos tenían el postre en la mano, como si fuera un brindis, te arrodillaste y me pediste matrimonio.

Miraste su rostro, la besaste profundamente, aun no crees eso que está pasando.

Ella termina el desayuno mientras me va contando todo lo que hice durante el tiempo de noviazgo y lo que llevamos de casados.

Le sonreíste, fuiste a besarla y recogiste sus platos.

Ella se metió nuevamente en las cobijas.

Saliste al balcón del apartamento. Y desde ahí la llamaste.

Uvita –gritaste- ¿cuando compramos este apartamento?

El apartamento estaba ubicado en uno de los sectores mas prestigiosos de la ciudad. Ella te contó que lo tenías desde un año antes de casarse y que seis meses antes del matrimonio, se había ido a vivir contigo.

Una melodía suena, te levantas y miras a tu lado. La melodía no para, estas ahí, en tu cuarto, en tu espacio, en tu cama, apagas el despertador y despiertas por completo.

lunes, 8 de septiembre de 2008

El dia de mi casi muerte.

La Sala de espera del hospital olía un poco a alcohol, un poco a agua oxigenada, la sangre iba tambien acompañando esas horas que pasaba esperando tener noticias de él. Mi camisa manchada con ese rojo escarlata que su cuerpo había emanado sin piedad, el olor a sangre era insoportable, mi cuerpo olía un poco a su sangre, un poco a mi sudor, el corazon latía muy fuerte, casi a punto de salir.

3:35 p.m
La mano salió de mi bolsillo, sacó de el interior un celular, miré la hora, se la dije, sonreíamos, mirabamos como siempre a todo el que pasaba a nuestro lado, criticabamos, admirabamos, pero sobre todo disfrutabamos caminar uno al lado del otro, como cuando eramos unos pequeños niños; y hoy que las circunstancias de trabajo no nos dejan hacer tan constantemente como en esa epoca.
Una explosión, un resplandor, la sonrisa se fue convirtiendo en una mueca, su cuerpo se desplomó sobre mi, miró mi rostro, se ciñó a mi cuello y me dijo "marica, hasta aqui llegamos", maldita sea, quien había sido, nadie supo; saqué fuerzas de donde no tengo, mi cuerpo flaco se colgó al hombro este personaje un poco pesado y salió corriendo en una manera caricaturezca, no era gracioso, era increible que en medio del susto, ese pánico que se metió dentro tan dentro de mi, esa sensacion de tristeza, de estar perdiendo esa persona con la que has compartido una amistad de mas de 20 años.
Un taxi, olor a nuevo, olor a sangre, un hombre acelerado, una sonrisa en su cara, la pregunta hecha pareció ridicula al ver la situacion de mi compañero de andanzas por pleno centro. "a donde lo llevo joven", el hospital creo que fue el ultimo sitio que este personaje creyó que yo estaba buscando. Le grité, "no es obvio, se está muriendo, lleveme al hospital mas cercano".
Habitar una ciudad como Medellin en los años noventa es algo dificil, aunque ya está un poco mas mermada la violencia, el corazon siente ese miedo y hoy ese miedo se materializó; llegamos al hospital en menos de cinco minutos, descendí del taxi, busqué una camilla, el señor taxista me ayudó a bajarlo del vehiculo y a montarlo en la camilla, corrí, pagué al taxista el triple o el cuadruple de la carrera, le di para que lavara el carro, ya que mi compañero había perdido mucha sangre.

3:54 p.m
"va para cirugía, la bala perforó el pancreas", dijo el doctor, aun estaba conciente, en menos de diez minutos, había pasado de ser una tarde feliz a una trágica y dificil tarde de miercoles; me sacaron la billetera, metieron la mano al bolsillo, sacaron el celular, llamaron a mi casa, yo, impotente veia como me iban desvistiendo, como me costaba respirar, como no podía dejar de sentir el ardor de esa quemadura que me acababa de perforar, pero entonces, ¿si yo estoy siendo operado, quien está en la sala de espera?, es él, a quien yo había llevado en hombros al hospital, pero ¿por qué carajos está sentado en la sala de espera y yo en la fila para entrar al quirofano?

3:45 p.m

"marica, por que el acelere?" me preguntó. Te estás muriendo. "¿yo?, no". ajá, y entonces de quien es esta puta sangre que hay en mi camisa. "es tuya parce". oiga, yo no siento nada. "es el vertigo que no te deja sentir nada". Pero si vos te desplomaste sobre mi. "pero para que nos cubrieramos". y ¿por que gritaste?. "porque sentí que algo me rozó el costado, pero no fue sino un susto". Deciles que me suelten, deciles que yo estoy bien.

Tomó mi mano, cogió mi dedo y lo introdujo por el orificio que hacía parte de mi camiseta, ahí entendí que era yo quien estaba sangrando, que era yo quien se estaba muriendo. Ahí pasó por mi mente toda mi vida, ahí pasaron por mi mente mis recuerdos, mis amores, mis traiciones, mis canciones, mis sueños, mi presente, mis deseos, mis alegrías, mis tristezas. Ahí perdí el conocimiento. Ahí no desperté hasta mucho tiempo despues.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Virtuoso mutilado




Nací en el seno de una familia de artistas, mi padre fue chelista y ahora es el director de la orquesta filarmonica de mi ciudad, mamá es violinista y conoció a papá la orquesta de la cual él fue director. Esto significa que yo nací y me moví entre claves de sol, fusas, negras y blancas, me moví por un mundo lleno de virtuosismo, de perfección, de originalidad.

Al cumplir mi primer año mis padres decidieron que yo debía cumplir el sueño que ellos querían realizar personalmente, esto es algo de lo que me enteré después de muchos años, ambos siempre quisieron interpretar el piano, pero no lo pudieron hacer porque no tenían los medios económicos para comprar uno asi que les tocó comprar instrumentos de un corte un poco mas barato. Me regalaron mi primer piano que estaba fusionado a una batería que no duró mucho. Crecía entre ese gran movimiento de corcheas, entre Beethoven y Handel. A los cuatro años mis padres me regalaron un piano un poco mas grande y empecé a ver algo de música por medio de mis padres, ellos me enseñaron lo basico porque hasta ese momento yo apenas tenía educado mi oído y no sabía leer ni escribir y mucho menos interpretar la musica.

Empecé a conocer las notas a meterme cada vez mas en ese instrumento que fue un regalo y fue casi como mi hermano, consiguieron a un profesor joven, que era un interprete que papá había conocido en una de las giras de la orquesta. Poco a poco el piano me encantaba mas, papá me había regalado un libro de Bach, quien luego se convertiría en el interprete que mas me influenciaría y para mi el mas grande de todos, sin demeritar a los otros.

Para los catorce años yo ya era conocido en el circulo musical, ya había tenido la oportunidad de interpretar muchas veces canciones de otras personas, tanto clásicos como contemporaneos y ademas me había dado por empezar a escribir mis propias obras, las cuales estaban generando un gran gusto entre los compositores y musicos de la ciudad.

Seguía estudiando por mi propia cuenta, me metía cada vez mas, tocaba día y noche, a veces ni siquiera dormía, ni cuenta me daba de que los días cambiaban, para ese tiempo ya tenía algo asi como 18 años y estaba estudiando para presentar mi prueba de admisión para el conservatorio de Moscú.

Hasta que llegó ese tan trágico día, el día de mi desaparición. Era un 9 de octubre, ya había pasado el medio día y me encontraba practicando un Nocturno de Chopin, estaba frente a mi piano, las partituras dispuestas, hasta que entré en el clímax de la canción, de repente algo me cubrió la boca, un brazo se aferró a mi cuello y poco a poco me fue adormilando.

Cuando desperté estaba amarrado a un poste, mis pies estaban unidos por un lazo, estaba sin camisa como acostumbraba estar en casa, asi me habían agarrado y el frio estaba comiendo mi cuerpo. Estaba secuestrado, no encontraba una razon valedera para que esto ocurriera, ya que mi familia no es muy adinerada, tampoco somos unas figuras tan publicas como para decir que corremos el riesgo de ser secuestrables, solo ocurrió.

Mis secuestradores eran jóvenes, yo creo que no superaban los 25 años, no hablé con ellos, pero escuché como planeaban hacerse ricos de cuenta de mis padres, como planeaban llamarlos y todo lo que tuviera que ver con el chantaje. Escuché como torturaban sicológicamente a mi madre y tuve que aguantarme y llenarme de esperanza con que no realizarían eso que decían iban a hacer. Pero realmente lo que yo pensé que solo eran palabras, se fue convirtiendo en algo que cambiaría totalmente mi vida, en algo que tumbaría mis sueños a la basura.

Habrían pasado algo asi como diez dias desde que me habían raptado, entraron a darme la dosis de comida de siempre, un pan y un vaso de agua, a veces lo remojaban para que yo no tuviera que hacer el esfuerzo, estuve tres dias sin probar bocado porque no quería recibirles nada, pensando que me querían matar, que me iban a envenenar, pero el hambre me hizo sucumbir, pensaba que eran mis ultimos días; ese dia comí y luego de comer, escuché como discutían con el telefono, deduje que era el telefono porque no había quien respondiera a los gritos que ellos pegaron. La rabia subió a su cabeza y escuche esa fatal decisión “usted cree que es jugando, entonces le mandamos los dedos de su pianista en un sobre”. Yo me llené de miedo, me desamarraron, me sentaron en una silla, me pusieron ante una mesa, y en medio de pinzas, alicates y clavos, estaban unas tenazas, pensaron un rato, cuando de repente el mas joven y al cual había visto mas que al otro, cogió las tenazas con una mano y con la otra me agarró de la muñeca, mi mano derecha se tensionó, luché hasta donde pude. El dolor impresionante, el corte fue a la altura del nudillo, el dolor indescriptible, soporté, grité, lloré, miré a ese imbecil cubierto por una capucha, muestra de que es un cobarde, cuando cortaron el segundo dedo, entré en shock y me desmayé.

A mamá le llegaron los dedos en un sobre tal y como se lo habían prometido, ella que ya estaba recogiendo la plata que exigían movió cielo y tierra para que fuera lo mas pronto posible mi regreso; al otro día cuando llamaron los secuestradores, mis padres hablaron con ellos y concertaron la hora de encuentro y el lugar donde se realizaría la entrega del dinero.

Mamá me cuenta que cuando entregó el dinero pensó que yo iba a volver muerto, pero a los dos días de haber entregado la plata aparecí, solo, sucio, con una mano mutilada, no tenía mis dedos de la mano derecha, la cual era cubierta por una venda. Entré a casa y la encontré, con lágrimas en los ojos me abrazó y sin creer aun lo que había pasado, besó mi mano mutilada; yo solo opté por cambiarme de ropa, por bañarme. Ya no podía llorar más.

Dos días después de haber vuelto a casa, desvestí mi piano nuevamente y en un ataque de histeria tiré todo lo que había sobre él, las partituras quedaron regadas por el suelo, mi desconcierto era total. Unos días después de haber hecho esto, intenté sentarme frente a él e interpretarlo, y no fui capaz, adios conservatorio, adios amor por la musica, adios a todo lo que había soñado, me di cuenta que ya no podía ser lo que quería, reconocido por ser un gran interprete, ahora solamente era un invalido.