miércoles, 11 de noviembre de 2009

Boom

A Lu, Sebas, July, Alejo y Danii...


Recibí la primera llamada cuando eran las nueve de la noche, estaba sentado como es costumbre los sabados en el mismo parque, en el mismo sitio, rodeado de gente desconocida, pero esperando que llegaran mis amigos.

-¿aló?- contesté.

-¿Dónde estás?- preguntaron.

-En el parque.

-Parce, ¿qué fue lo que pasó?- preguntó al otro lado Lu.

-¿de qué o qué?

-Parce, que hay una persona con una bomba en el parque.

-Pues acá no ha pasado nada.

-Ah bueno, ahora subo.

Colgué y seguí mirando la gente que estaba a mi lado, tomé el libro y me acomodé, cuando volvió a sonar el celular.

-¿aló?- contesté.

-¿Qué más parce?- preguntó Alejo al otro lado.

-Bien, acá en el parque.

-¿Qué? Y ¿qué fue lo que pasó?

-¿acá? Nada. Todo está tranquilo.

-No parce, ¿que hay alguien con una bomba allá?

-Otro, pues realmente acá no ha pasado nada.

-Ah bueno. Yo creo que ya voy para allá.

Volví a colgar, un sorbo más a la malta y seguí leyendo. El celular volvió a sonar.

-aló- contesté

-¿Qué más parce?- preguntó Sebas al otro lado.

-Bien, ¿vos?

-Bien, Ey ¿qué fue lo que pasó?

-¿Otro con lo de la bomba?

-¿No pasó nada?

-Nada, acá no hay nadie con una bomba.

-Ah bueno, entonces ahora hablamos, ya voy.

Colgué, me tomé otro sorbo de la malta, apreté el botón y exploté junto con el parque.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Estrellas en las manos V

A un Fantasma de Estrellas en las manos que quiere mojarse bajo la lluvia...

Tal vez el caminar de un sábado a las once de la noche se ha vuelto tan tradicional en la vida de ambos que en uno como hoy, acompañado por la lluvia que empezó a caer alrededor de hace media hora, vemos por la ventana como cae y amarga todos los planes que teníamos.

Su casa empapada por las gotas que eran de un tamaño increible para ser cierto, pero reales ya que el cielo podría estar desquitandose de tanto tiempo que estuvo sin enviarnos lluvia, por ese calor eterno al que nos tenía condenados.

-Si tan solo no estuviera lloviendo, quien sabe donde estaríamos- dijo.

Yo la miré, le besé el cuello, vi como se erizaba su piel, sonreí y seguí mirando por la ventana.

-¿Y quién dijo que no podíamos salir?- le dije.

-¡Mira ese aguacero!- me increpó ella.

-¿Y qué?, no pues que querías mojarte un día de estos, hagamoslo.

-¿Si? Y después es culpa mía que te enfermes, no, ni riesgos, yo no quiero que vuelvas a enfermarte.

-Relajate.

La tomé de la mano y la invité a pararse, me quité el buso y abrí la puerta.

-¡Ah! ¿Y es que vas a salir sin buso?- me dijo.

-Dios, busqué una novia y me gané una mamá- respondí.

-Maldito- Fue lo único que se atrevió a decir mientras sonreía.

Salí, sentí como las primeras gotas mojaron mi cabello, le extendí la mano derecha, ella miró mi estrella, sonrió.

-¿Estás seguro?, acuerdate que sufres de asma.- dijo ella.

-Como dice Aladdín “¿Confías en mí?”- le dije.

-Si.

-Entonces vamos.

Su mano izquierda, con su estrella dibujada, busco la mía, la impulsé a la calle de un jalón, se acurrucó en si misma al sentir el frío de la lluvia cayendo en sus hombros, me miró, me besó.

-¿En la cancha?-me preguntó

-Si, no es lo que siempre has querido, vamos y nos sentamos en la mitad- le respondí.

Ella alegre sonrió. Ya acá nuestras camisas estaban totalmente mojadas y el cabello de ambos chorreaba a montones, llegamos a la cancha, nos sentamos en la mitad de la cancha, entre besos y abrazos, nos acostamos y empezamos a mirar para el cielo, sintiendo como las gotas caían sobre nosotros sin parar, sin compasión. Los besos fueron cada vez mejores, las estrellas que estaban en las manos y que se habian unido en nuestro caminar, habían dejado nuestras palmas azules porque el agua las había desteñido, paró de llover, y ahí dejamos de mirar por la ventana y de imaginarnos todo, para salir a caminar en esa noche fría como era costumbre los sabados a las once de la noche.