sábado, 3 de octubre de 2009

Esto es un asalto


Juan y Andrés, eran un par de jóvenes del barrio, que habían crecido siendo los mejores amigos, pero en este momento andaban en una muy mala situación, estaban sin trabajo y les tocaba buscar la manera de tener algo de sustento para comer. Fue por esto que decidieron robar algún negocio.

Se habían dispuesto a realizar su plan, las armas bien enfundadas, limpias, pero descargadas, querían simplemente darle un susto y robar a Doña Esther la señora del restaurante de la esquina.

Llegaron con los rostros cubiertos y un gran cosquilleo en el estomago, las piernas les temblaban, la voz tambien se notaba asustada cuando hablaban entre ellos, sacaron las armas y a los gritos increparon a Doña Esther.

-¡Quieta ahí- le gritaron- esto es un asalto!

La señora levantó las manos y los miró a los ojos.

-No me vayan a matar- dijo ella.

-Tranquila, señora, solo queremos que nos entregue el dinero- Dijo Juan.

Ella se dirigió a la caja registradora. Se demoró un poco y ellos volvieron a increparla, luego se dirigieron a la cocina y amenazaron a los cocineros, tomaron un poco de pan y empezaron a comer, simplemente subieron sus pasamontañas y masticaron sin dejar de apuntarle a sus rehenes.

Doña Esther viendo eso, pidió que les sirvieran un almuerzo para cada uno, ellos se negaban, pero se los sirvieron.

Ellos se sentaron a comer y a su lado estaba ella.

-¿Por qué roban?- Preguntó.

-Porque no tenemos qué comer- respondió Juan.

-¿Juan, eres tu?

-No.

-¿Cómo no?, si te he visto crecer y conozco tu voz.

-No señora, me está confundiendo.

La mirada de Juan se alteró y empezó a mostrar su nerviosismo al encontrarse con la de la señora.

-Pues, si no tienen qué comer, pueden venir acá a hacerlo, yo no tengo problema en regalarles un plato.

-Pero es que usted no entiende, no es solo comida, necesitamos el dinero para sobrevivir. Además, yo no sé que hacemos hablando con usted, quédese callada- volvió a apuntarle con el arma.

-Pero Chicos, si yo solo quiero ayudarles.

-No, no puede ayudarnos vieja, tráiganos el dinero de la caja y preocúpese más por su vida que si sigue con sus preguntas, puede perderla.

La señora se asustó, pero no se quedó callada.

-Pues chicos, si les parece buena idea llevarse el dinero, háganlo, terminen la comida y llévenselo, igual ustedes lo deben necesitar más que yo.

Los jóvenes terminaron de comer, se pararon, tomaron el dinero, salieron del restaurante y en ese momento, los policías que habían llegado por la activación de la alarma silenciosa del restaurante, los apresaron.

8 comentarios:

Víctor dijo...

En qué tipo de final estarás pensando para esta historia...jejeje...vos siempre sorprendés con lo que escribís...Hey, la verdad de los actos inceíblemente ajenos a nuestra voluntad que las circunstancias de la vida nos hacen cometer, nos vuelven, a veces, agresores, pero, casi siempre, terminamos siendo víctimas al final...

Eduardo Galleguillos Castro dijo...

La torpeza dentro de una sicosis, la amargura se ve líquida ante los sentimientos y la memoria.

Lindo escrito, para reflexionar… , un abrazo.

silvia zappia dijo...

Fiel reflejo de la realidad.Doloroso.Muy bueno.


Mil besos!

Maia dijo...

me impactó la foto, y me dieron ganas de seguir leyendo!


un beso juanse!
buena semana!

Mercedes Pajarón dijo...

...Has hecho que les tomara cariño a todos los personajes! Me ha encantado!

Un abrazo, Juanse!

vico gonz dijo...

Pura realidad, narrada paso a paso para que uno se sienta partícipe de la escena. Somos todos partícipes verdad?.
Muy bueno.
Besossmilessss

Laurita!!! dijo...

... Jum los efectos de los nervios y de la inexperiencia pueden mas que cualquier cosa.
Tal ves planearon las cosas pero no pensaron muy bien en todo lo que podia pasar.
Mejor dicho se los llevo el que los trajo.

Adrianina dijo...

Lo que vivimos a diario relatado de modo magistral Juanse.
Uno nunca sabe como va a reaccionar en estos casos, porque piensa que nunca le va a suceder.
Breve e intenso relato.

Te dejo un beso grande.