martes, 20 de octubre de 2009

Fantasía en el metro

Eran las once de la noche, terminé de bajar las escaleras del metro, miré hacia la plataforma y estaba vacía, solo una chica esperaba conmigo.

Cabello oscuro que caía hasta los hombros, piel canela, ojos claros, tanto como la miel, su cuerpo esbelto, senos medianos y redondos, caderas anchas, su ropa no me gustó pero la hacía ver atractiva, su combinación generaba impacto, pero porque el verde de su blusa y el rojo de su buso no siempre se ven bien juntos.

Yo seguí caminando hacia el final de la plataforma, ella me siguió con la mirada, el reloj marcaba las once y tres minutos, llovía a cántaros, me detuve, ella me miró fijamente y disimuladamente se me acercó.

-¿Aún pasan metros?- preguntó.

-Si, creo que aun faltan dos- dije.

Ella me sonrió y yo le devolví la cortesía con una también.

Llegó el metro, subimos en el mismo vagón, estaba vacío, yo me quedé parado y ella se paró a mi lado, saqué el libro y empecé a leer.

-¿Qué lees?- preguntó.

-Un libro sobre espionaje- respondí.

-¿y por qué la pasta es una entrepierna de una mujer?

-No sé, también narran escenas de sexo, en lo que se basa el libro es espionaje utilizando involucrarse con el espiado.

-¡Qué bueno!

Yo sonreí, ella también, se abalanzó sobre mí e intentó besarme.

-¿Hasta que estación vas?- preguntó

-Hasta la última- le dije.

-¡Qué bien!, yo también, o sea que aún tenemos tiempo.

-¿Tiempo? ¿Para qué?

-Pues no se, di tu, haz lo que quieras, yo te cumplo cualquier fantasía.

-¿Segura?- la miré, ya mi mente se había empezado a enturbiar.

-Totalmente.

La tomé de las manos, me fijé quien nos acompañaba y al fondo solamente estaba un borracho dormido, medí el tiempo y aún me faltaban doce estaciones para llegar.

-No puedes decir nada porque nos pueden descubrir.

-Está bien, no pierdas más tiempo.

Sus manos me abrazaron, su boca buscó la mía, me llegaba al pecho, entonces tenía que esforzarse un poco para llegar a ella, no la dejé besarme, le quité los audifonos y el buso, subí sus manos al tubo y la amarré de las muñecas ahí con ellos,

-Oh, te gusta dominar, sigue- decía excitada- desnudame.

Cogí mi lapicero y empecé a chuzarla poco a poco.

Ella seguía disfrutándolo. Volví a poner la mano en el bolso y encontré mi bisturí.

-Cierra los ojos- le dije.

Ella los cerró.

Empecé a recorrerla con el bisturí, ella se erizó con el frío de la cuchilla. Abrió los ojos y se los tapé nuevamente. Empecé a rasgar de a poco la piel de sus brazos con cortes suaves, ella se asustó y abrió los ojos.

-¿Qué me haces?- dijo.

-Tranquila, yo se lo que hago, además me dijiste que podía hacerte lo que quisiera.- respondí ofuscado.

-Pero me haces daño.

-Es cierto y aun falta- le dije sonriendo.

-No- gritó.

El borracho abrió los ojos, miró la estación en la que ibamos y se bajó.

Rasgué y rasgué su piel de los brazos, los cuales sangraban mucho, pues repetía cortes uno encima de otro, ella seguía desesperada.

-Soltame- gritó.

Subí la hoja del bisturí y le empecé a rasgar el cuello.

-No me vas a tocar la cara- gritó

-Relajate.

Mi mano no se detenía, subía el bisturí del cuello hasta la frente, se detuvo en el parpado y empezó a rasgarlo, tres cortes y ya era profunda la herida, ella gritaba aun más. Faltaban dos estaciones, el tiempo se me acababa.

-Te va a coger la policía- me dijo.

-Eso esperas- sonreí irónico.

Tomé mis audifonos, me puse a su espalda y empecé a besarle el cuello.

-Uy, pensé que se te había olvidad lo que te propuse- decía gritando mientras se erizaba.

-No, relajate.

Puse los audifonos alrededor de su cuello mientras la besaba, empecé a hacer presión, ella forcejeaba, seguí apretando, el verde de mis audifonos resaltaba en su blusa. Ella se ahogaba.

-Es lo unico que te mereces por perra- grité.

Sentí que su cuerpo se soltó, ya había hecho lo que quería.

“En esta estación el tren termina su recorrido, gracias por utilizar nuestro servicio”- dijo la voz del tren.

Guardé mi bisturí y me bajé del tren. Dejandola a ella colgando del tubo.

11 comentarios:

Unknown dijo...

Este esta bueno... yo no haria lo mismo pero es una buena historia. PortoPanrock

Selene dijo...

Auch, yo siempre he deseado que las viejas perras tengan su merecido, jajaja.

Mercedes Pajarón dijo...

Me encanta esa atmósfera que has creado! Cómo cambia la visión de un vagón de metro lleno de gente (estresante) a vacío (inquietante). Y ese toque un poco "American psycho"...! Bravo!

Un fuerte abrazo!

Pd.- A partir de ahora, me desplazaré a pie...

Mujer Rastrillo! dijo...

Es muy genial, da un giro inesperado, es muy pertubadora la historia y estoy de acuerdo con la sensación de vacío unpoco miedosa.
Igual tu cabeza está unpoco perturbada jajajaj un abrazo :)

Laurita!!! dijo...

Uuuyy!... Juanse que miedoooo, eso esta muy loco... Pero excelente tu forma de narrar, me envolvi demaciado leyendo la historia!!!
Sos un teso Juanse!!!
FELICITACIONES!!!

silvia zappia dijo...

Concuerdo con Mercedes: excelente atmósfera,tensa y tensa la acción!

Psicópata americano! Ayyyyyyy!!!!

Muy bueno,Juanse!

Mil besos!

X + Y : katerine dijo...

Muy Bueno!
Interesante todo lo que puese pasar despues de haber bajado del metro!

Maurice Brosandi Betancourth dijo...

Me gustó.

Es interesante la atmosfera que creaste y el punto de giro no resultó rebuscado, al contrario era lo mejor que podía suceder.

Aunque debo admitir que resulta un poco enfermizo y sordido el hecho que la deje ahi atada...jajaja (Es que ya no pasan mas metros, pobrecita).

Me cayó bien la mujer promiscua, no se lo merecía.
jajaja

Un abrazo

Maurice Brosandi Betancourth dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

men excelente que inspiración que futuro tenes me gusto demasiado tu historia

luisber

Alleda Vodienova dijo...

Entra a mi blog y lee la entrada: Montruo.