lunes, 11 de enero de 2010

Fiesta brava en Sirian

Escuchar Canción: http://www.youtube.com/watch?v=oe1rkqOmbuo


Cuando llegaron a Sirian, El Juli, Bolivar y Mendez, lo hicieron en el mismo carro, fueron bajados de ahí y dejados en el hospedaje, cada uno en su habitación.

Su sorpresa fue grande, era tal vez la primera vez que iban y se hizo aun más grande porque les jugaron una especie de broma, pues llegaron con los ojos vendados y así los llevaron hasta el hospedaje. Faltaban dos días para el gran día, el debut en la plaza de ésta ciudad que poco a poco iba tomando importancia dentro del mundo, pues se diferenciaba de otras ciudades, por la gente y el espectaculo del cual disfrutaban, cosas que habían oído de bocas de otros que visitaron Sirian hacía poco tiempo.

Esperando que las luces se prendieran, empezaron con su instinto a recorrer la habitación, haciendo uso del sentido del tacto empezaron a sentir el suelo, había un poco de arena esparcido en él, El Juli, quien tal vez era el más grande y recorrido de todos, con los dedos ceñidos a la pared guíaba su caminar.

-Es una habitación de dos metros cuadrados. ¿Cómo así? Esto no fue lo que nos prometieron.-se dijo a sí mismo.

La oscuridad que había y la perpetuidad que se respiraba en el ambiente era indescriptible, sabían a soledad y encierro. Unos pasos se oyeron en el pasillo y la puerta de la habitación de El Juli se abrió. Escuchó una fuerte respiración acercarse, una mole de algo así como quinientos kilos lentamente se movía hacia él; mientras El Juli le decía que le prendieran la luz, sintió el zumbar de una daga de acero que al hacer contacto rapido con su recubrimiento, salía de éste.

El golpe fue seco, cuando despertó, estaba un poco adolorido, algo en sus hombros pesaba y sentía unos punzasos que le acompañaban el caminar con cada paso. Tocó su cuerpo, había rastros de unas heridas, pero estaban muy bien cubiertas y selladas, para que no se notara mucho, cuando llegó a los pies, miró como éstos veían atados por un par de alambres con púas que le lastimaban aun más. Quiso examinar el peso de sus hombros, tenía algo amarrado a ellos, que intento remover, pero no pudo, eran algo así como cien kilos que iban atados directamente a su cuello y que no se elevaban del piso, cosa que cuando lo hicieran o de pronto se cortara, la estrangulación se hiciera inminente.

La arena empezaba a enfriarse, la noche estaba llegando, desnudo como lo habían dejado, herido y con hambre, El Juli pensaba qué estaba pasando. ¿Será que a los demás les habrán hecho lo mismo? Se preguntaba, intentó gritar, pero en su cuello encontró un dolor tan indescriptible, causado por la garganta seca que hacía mucho rato había tomado su ultima gota de agua. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? Seis horas, doce, no sabía. Volvió a sentir los pasos, la misma corpulencia, la misma respiración, algo dijo mientras le acariciaba la cabeza, no le entendió, porque en Sirian el idioma era distinto y nunca habían hablado ni oido nada de él y esperaba que el interprete que habían acordado fuera quien les hiciera el puente entre el idioma español y el Sirian. Las manos del personaje que le tocaba la cabeza fueron bajando y untando un poco de gel en sus ojos, El Juli se sintió cansado, refrescado y adormecido.

Al otro día, cuando despertó, se vio en una habitación más grande, el aire para respirar era más aún, arriba suyo sentía pasos, muchos pasos que podrían describir que le habían jugado una broma y que ya estaba en la plaza, para hacer lo que mejor sabía hacer, Torear.

En otra habitación, Capacho, como llamaban a quien se encargaría de la faena, se ponía su traje de luces, bajaba a la capilla y le rezaba a su diosa para que le protegiera y no fuese a salir agredido. Capacho era de color oscuro, con una sonrisa gigante se puso su sombrero, tomo su sable en el brazo izquierdo tapado por el capote rojo y amarillo que le daban la elegancia qué siempre lo había caracterizado, salió al ruedo.

Saludó extasiado con una sonrisa que le corría de oreja a oreja, escuchaba su presentación, El Juli volvió a sentir como se iba acercando la misma corpulencia, quien volvió a tocarle los ojos con ese gel, quien lo condujo a otra habitación, cerró la puerta tras él y lo puso frente a otra compuerta mientras le quitaba el peso que se había hecho más liviano en donde estaba y los alambres de los tobillos.

Las puertas se abrieron, el sol empezó a entrar por la compuerta, El Juli simplemente sentía como le ardían los ojos, pues sus pupilas estaban demasiado dilatadas, salió, intentando ver algo, lo borroso que se le había puesto la vista lo hicieron pensar que le habían echado cera en los ojos, solo distinguía al fondo un color rojo que resaltaba con la luz del sol. Empezó a correr, se dirigía hacia él con toda velocidad, anhelando poder contarle todo.

Las gradas llenas de toros de todo tipo, de todas las edades, se llenaron de euforia y alegría al ver correr a El Juli en dirección al capote, disfrutaban uno a uno los movimientos de Capacho, mientras El Juli se cansaba cada vez mas y no entendía por qué el rojo carmesí cada que se acercaba, se movía y se posaba tras él. Cuando cayó en cuenta, después de varias vueltas así, vio que le estaban haciendo lo que le hacían a los toros que él lidiaba, pero para cuando reaccionó, fue demasiado tarde, Capacho se había puesto sobre él, había desenfundado su sable y se acercaba rapidamente para atravesarlo y acabar con su vida.

7 comentarios:

Víctor dijo...

Este escrito me hace acordar de dos cosas: 1. La canción de Nadie, 'Tortura Invertida', muy buena por cierto. 2. Un escrito que hice alguna vez sobre el sufrimiento previo a la corrida al que son sometidos los toros, este escrito está en mi blog: http://yovichugo.blogspot.com/2009/06/tortura-ni-arte-ni-cultura.html , ahí te dejo el enlace para que lo leas...

Juanse, parcero, como siempre, un excelente relato y más que genera una conciencia de contraposición a esa ridícula y sanguinaria tradición, mal llamada fiesta brava...un abrazo.

vico gonz dijo...

Bueno!!! además de excelente, tu historia, es toda una opinión!!! la cual comparto por cierto.
Buen traslado...de tu alma a la del animal...
Besossssssssmilesssssssss

silvia zappia dijo...

ayyy!!!!!!!!!!!!!

pero qué angustiosa tensión en la historia!
Y adhiero, además, al pensamiento de mi amiga Vico.

(a mí me recordó,sobre el final, el Axolotl, de Cortázar)

Mil besos,hijooooooooooo*

Laurita!!! dijo...

Tensa y grandiosa historia.
Es muy duro ponerse en los zapatos del otro y sentir el sufrimiento que se le causa a los demas seres.
Al igual que todos nosotros, los animales merecen muchisimo respeto!!!
:(
Un abrazo!!!

Anónimo dijo...

Juanse,como siempre te lo he dicho excelente historia y te digo que por fin alguien escribe sobre eso, y sabes? esa historia me hizo identificar con lo que realmente yo pienso, y lo que siempre he querido que suceda con esas personas !!!!! besos

ANA

La Nadie dijo...

Si no existieran las corridas de toros, estos animales hace tiempito hubieran dejado de existir.

Unknown dijo...

Que buen relato.
Extrañaba leerte, así que un gusto, como siempre!

Saludos!