miércoles, 24 de diciembre de 2008

Iba a Paris a olvidarte

El avión estaba retrasado unas cuantas horas, llevaba tres ya sentado en la sala de espera y anhelando el momento en que estaría en el aire, sería mi primera vez fuera del país, sería mi primera vez montado en un aparato de esos, sería la primera vez en primera clase, sería mi primera vez en un intercontinental, sería la primera vez que disfrutaría estos sustos y alegrías en un solo viaje; extraño que sea así, pero lo pude hacer.

Un sueño que mi madre no pudo realizar, yo ahora lo hago por ella, viajo dispuesto a poner a prueba el reto del beso francés, saber si realmente es tan sabroso como lo cuentan las películas. Traigo conmigo una maleta llena de cosas, en mi equipaje de mano vienen conmigo fotos con Uvita, que aspiro tirarlas al Sena, traigo en él también algunas cosas que podrían calmarme en algún trayecto del camino, un ataque de asma, de pánico, nunca se sabe que podría pasar.

Las fotos de Uvita voy a dejarlas allá tan lejos, porque ella al partir para Sarajevo, me dejó en mi ciudad natal, solo, con promesas que tal vez no llegaron, porque juró enviar por mi para que viviéramos juntos e hiciéramos juntos ese futuro que siempre planeamos. Ya van dos años desde el día en que se fue y a veces me envía mails, ese amor que sentía por mi se debió esfumar con las nubes, mientras yo sigo aquí amándola y esperándola. Pero las cosas ya no son tan felices, hoy me dirijo a París, voy dispuesto a olvidarla del todo, a serle infiel hasta el cansancio, cosa que no he hecho en dos años, mientras me mataba la cabeza de amor, de estar pensando en ella. Ahora no confío en ella y lo único que anhelo, es comprobar el mito del beso francés y así mismo, conseguir una persona que pueda borrarla, una que pueda ofrecerme todo lo que busco.

Luego de un viaje de casi 18 horas, me bajo del avión en el aeropuerto de París, la alegría es total, aspiro mandarle todas las fotos que me tome a mamá quien siempre me dijo: “tómese fotos desde que se baje del avión hasta que se vuelva a subir, si es que quiere devolverse”. 

Esperé a hacer los papeles en inmigración, revisaron mis maletas, todo en regla. Ahora voy en búsqueda del hotel, descansar unas cuantas horas y finalmente dedicarme a lo que vine, al turismo, a conocer bastante, para tener qué mostrarle a mamá. 

Al llegar al hotel, estaba deslumbrado, es demasiado espectacular, todo límpido, brillante, el idioma me ha dado duro, pero me he defendido a punta de inglés. En la recepción, había un par de chicas, una me miraba, vamos a ver si las veo en el restaurante, me acerco y les hablo. 

Estuve en mi habitación durmiendo durante unas horas. Me desperté y el cuerpo se sintió relajado. Bajé al restaurante a ver si estaban las chicas de la recepción, pero no las encontré. Entonces comí normal, un crepe que me calmó el hambre. Salí a caminar. Anhelando encontrar alguien que pudiera seducirme, alguien a quien poderle entregar todo eso que traía conmigo. Pero no lo logré, algo en mi mente me dice que no debo olvidar a Uvita, ni odiarla, ni dejar nada de lo que hice con ella, ni arrepentirme, algo me dice que no debo hacerlo. Pero por el contrario algo también me dice que lo haga. Pero al menos por hoy, triunfó el amor, como los últimos dos años, cuando mis amigos me dicen que ella es feliz en Sarajevo y yo guardándole fidelidad en Medellín. Pero a mi el amor me puede, las promesas, los votos, todo eso que hicimos juntos, me pueden mas que cualquier cosa. 

Vuelvo al hotel, un poco tarde, con una botella de vino bajo el brazo. Me siento frente a la ventana y miro a través de ella, la luna llena que empieza aparecer y como hacía en mi casa, trato de dibujar algo en ella, trato de buscar esa inspiración que me ha llevado a anhelar a Uvita durante tanto tiempo. Tiempo de canciones, de sueños, de poemas, de cuentos, de historias, de deseos, de solo pensar que está bien, que esté haciendo lo que esté haciendo, lo está haciendo para un futuro de ambos. Pero vuelve mi mente a decirme que deje de seguir pensando en un “ambos”, pero yo no soy capaz. 

La botella de vino está por terminar, el alcohol que está en mis venas, me hace empezar a alucinar. El teléfono suena y no lo respondo. Ahora Uvita se empieza a dibujar en el cielo. Caigo dormido. 

La luz empieza a filtrarse por la ventana y me despierta. El dolor de cabeza es muy grande, tal vez fue la primera vez en mi vida que me emborraché y perdí la conciencia. Hoy saldré a caminar por París, como si fuera mi ciudad. Caminaré hasta donde se acaben las calles, al menos estoy casi en el centro. Desayuno y me marcho.

Llevo mi morral conmigo, ahí vienen las fotos, compré otra botella de vino, voy caminando y nada me para. Llego al arco del triunfo, unas cincuenta fotos, para que mamá se sienta feliz. Aspiro algún día poder darle esa alegría de venir a visitar esta gran obra de ingeniería.

Llevo casi tres horas y media caminando. Me siento en un parque, no se cual será. Se que está cerca al Parc des Princes, pero igual, no hace parte de ese complejo deportivo. Se ve a lo lejos el imponente estadio. Saco mi libreta y empiezo a escribir sin pensar y nuevamente, aparece ella como siempre en mi libreta. El escrito empieza con su nombre, empiezo a escribirle una carta, que como costumbre no seré capaz de enviarle, porque no tengo su dirección en Sarajevo. Pero, vine fue a olvidarme de ella, no a escribirle y meterla más dentro de mi.

Miro al frente como las palomas van buscando maíz. Alguien les está echando un poco y ellas van en su búsqueda. Una mujer se me sienta al lado en la banca. Yo como acostumbro no la miro, estoy escribiendo. Esa persona extrañada se queda fijamente mirando mi hoja, yo siento como la mira, de repente me pregunta.

-¿Qué escribes?-

-Una Carta- le respondo.

-¿y aspiras entregarla?-

-no se, pero, ¿por qué hablas español?- le pregunté.

-Porque llevo dos días buscándote- me respondió

Levanto mi mirada y la veo ahí, Uvita, con su clara cabellera. Su cuerpo esbelto, su sonrisa tan gigante como siempre. Sus ojos claros que me miran fijamente. Nos fundimos en un largo abrazo y un beso hace que París cambie totalmente para mi.

Ahora he logrado desmentir que es mejor el Beso Francés que cualquier otro, realmente mejor que cualquier otro beso es el de la persona que realmente amas.

8 comentarios:

Paraconsistonta dijo...

Qué buena manera de olvidar...
:)

Paraconsistonta dijo...

Juanse yo no creo lo de las 18 horas...

Rastros caníbales dijo...

Buen relato amigo, pero déjeme, como cofradía anónima que somos, decirle algo, tenés excelentes ideas para contar, pero te extiendes un poco, si dejaras la pulpa del relato verás que la lectura se hace más ligera y rápida, y adquiere por si misma intensidad. me sorprendió el final, porque el chico no reconoció la voz de ella cuando le habló por primera vez... pero tal vez fue le soeldad, le froid des parcs, les gens abrités et d'un pas rapide, je ne sais pas.
C'est la vie.
continuá escribiendo.
un abraso

Anónimo dijo...

Para mi esta excelente, creo que voy a tener que hacer eso, a ver si olvido completamente

Florcita dijo...

Yo quiero un beso real... Francés, Alemán, Musulmán... de cualquier nacionalidad, pero real...

Excelente relato, felicitaciones!!!

Me gustó escontrarte...

Besos y Sonrisas.

Florcita.

Rolalola dijo...

Muy hermosooo!!! Aunque no me lo esperaba, releyendo, caí en la cuenta de que aquel llamado sin contestar era ella... Ahhh, el amor. Habrá que irse a Paris... para regresar!!!


Ah, hace un tiempo leí "Excitación": me pareció una perla, pulida y brillante, un excelente relato que, creo,a todos los que lo leímos nos dejó helados. ¡¡¡Es excelente!!

Saludos y buen fin de año!!

luifergarca dijo...

Muy brutal!!
..yo pienso algo muy parecido a tu última frase..la mia es: "la calidad de los besos no depende de las aptitudes de las personas sino de las ganas que tengan de darlos".
el caso!
..un abrazo

Anónimo dijo...

Definitivamente cuando uno pierde la fé en el amor siempre tiene que haber alguien que nos recuerde la magía del amar y ser amado de verdad. Vos no sos mi amigo de universidad sos un Hada madrina...jajajajaja

Isabelc